Telltale se hincha
Los californianos firman la adhesión a sus filas de Mike Stemmle y Justin Chin y preparan dos nuevos proyectos
# Publicado el por Paco García
El modelo de negocio de TellTale funciona. Y es que a pesar de haber empezado con un juego de póquer propio de unos principiantes, a pesar de las dudas iniciales que supuso el formato episódico entre los aficionados, a pesar de que los dos únicos episodios de su malparada conversión de Bone fueron un fiasco bastante importante, y a pesar de lo mucho que les ha costado hacer valer sus juegos más allá de las fronteras anglófonas, la compañía sigue ascendiendo como la espuma. Y eso es posible gracias a ese género sobre el que tanta basura se ha vertido a lo largo de los años por parte de facinerosos medios y necios redactores: las aventuras gráficas.
En tiempo récord y gracias a la fidelidad de aquellos que saben reconocer la calidad, una empresa nacida de una inversión que haría carcajearse a cualquier desarrolladora de primera línea ha logrado ponerse al nivel de ventas de los muchos engendros «ultrapoligonizados» que han venido saliendo durante los últimos dos años con aspiraciones mesiánicas. Mientras que ellos se preocupaban en programar unas físicas de extremo realismo y en modelarles los pelos del sobaco a sus rudos héroes, los de San Rafael ha conseguido un ritmo de crecimiento brutal a causa de las tropelías de un perro y un conejo. Y es que no se duplica una plantilla en tan poco tiempo si las cosas no te van muy bien.
Es innegable que Sam & Max han supuesto un auténtico bálsamo que ha arrastrado a propios y extraños a desembolsarle su minuta a TellTale. Pero dejando a un lado el tirón de la licencia, la gente de Dan Connors ha sabido hacerse valer por méritos propios: en primer lugar devolviendo al género parte de la esencia perdida o trastocada por lustros de mediocridad; y en segundo lugar por emplear un modelo de negocio que se carga de un plumazo al intermediario, que en los tiempos que corren es más una fuente de problemas que de facilidades a la hora de llevar un producto al público.
TellTale Games nos comunica hoy que, como guinda a su sustanciosa ampliación de plantilla, incorpora a su nómina los conocidos nombres de Mike Stemmle y Justin Chin, antiguos trabajadores del Rancho Skywalker, como un día lo fueron los socios fundacionales de la compañía y como lo fue el brillante Dave Grossman, su primer fichaje estrella.
Mike Stemmle estuvo presente en los años dorados de la LucasArts de los 90 y participó en aventuras como Indiana Jones and the Fate of Atlantis, The Secret of Monkey Island, Day of the Tentacle, Escape from Monkey Island o Sam & Max: Hit the Road, siendo diseñador junto a Sean Clark de estas dos últimas. Stemmle volverá a reencontrarse con los nihilistas personajes de Steve Purcell tras la fallida secuela de Lucas de la que estaba también encargado, y ahora trabajará en el diseño y en el guión de los futuribles episodios de la serie.
Justin Chin quizá sea menos conocido en el mundillo aunque también hizo sus pinitos como escritor en las noventeras aventuras Les Manley in: Lost in L.A. y Les Manley in: Search for the King, o como diseñador en Altered Destiny. Su trabajo en LucasArts se circunscribió al ámbito gráfico inicialmente, y más adelante a la producción. Ésta última será su labor en TellTale, donde intentará incrementar la salida de los productos del estudio y a facilitar y dinamizar los desarrollos. Una buena forma de empezar sería contratando a algunos traductores que hiciesen de sus seriales un producto mundial y que les abriría sin lugar a dudas las puertas en muchos países, multiplicando sus beneficios…
Los nuevos fichajes no tendrán tiempo para quedarse quietos, pues TellTale Games ha hecho público que a día de hoy se encuentra enfrascada en el desarrollo de otras dos series aparte de la arrasante segunda temporada de Sam & Max. El tiempo nos dirá qué podremos esperar de todo esto, pero desde luego nosotros celebramos su merecido éxito y esperamos que continúen contribuyendo a reverdecer los ajados campos aventureros, a los que por cierto, ya les sobra estiércol.