Haciendo retrospectiva, creo que la serie de la BBC Ghostwatch ha sido otra influencia indiscutible. Este programa era una falsa y paródica emisión en directo desde una casa pequeña y corriente. Pero había fantasmas, artilugios sorprendentes y un equipo de producción cinematográfica. Era un concepto muy original, y suponía una gran influencia para una joven mente creativa.

Un ejemplo sencillo de técnica ingeniosa sería la «cámara térmica», que proporciona un material videográfico muy aterrador (me refiero a esas imágenes que muestran distintos colores según el calor emitido). Todos hemos oído hablar de fantasmas que crean habitaciones frías, o brisas de aire frío escalofriantes, cuando no existe ninguna ventana abierta. Bueno, pues con la cámara térmica puedes ver si estos puntos fríos son naturales o no. ¡Podrías, pues, ver un fantasma moverse dentro de una habitación!

Un experimento rápido para el lector puede llevarse a cabo ahora mismo, si dispone de una cámara digital y un mando a distancia para la tele. Encended la cámara, mirad a la pantalla y pulsad los botones del mando. Podréis ver los rayos infrarrojos. Es un experimento muy sencillo, pero demuestra cómo con algunos aparatos podemos ver cosas que de otro modo no podríamos ver.

Creo que mediante la tecnología podemos reemplazar los sentidos atrofiados o perdidos. Nunca hemos tenido determinadas habilidades, y sólo podemos emularlas a través de la tecnología. Históricamente, hace relativamente poco que descubrimos de la existencia de los microbios, los virus y los insectos más pequeños. Eran invisibles al ojo humano, hasta que se inventó el microscopio. No sabíamos nada sobre ellos, ni siquiera si existían; podíamos ver sus efectos (enfermedades, envenenamiento) pero no podíamos comprender sus causas. Me gusta pensar que la tecnología proveerá algún día de respuestas suficientes para las muchas preguntas originadas por los sucesos paranormales.

Imaginad que pudiéramos localizar los espíritus de nuestros ancestros de forma tan sencilla como localizar un cable eléctrico en la pared. Dejaría de ser algo terrorífico, se acabaría todo el misterio, pero quizá para entonces tengamos nuevos enigmas que resolver y empezaremos un nuevo puzzle.

AyC: Las películas de terror siempre han tenido leyendas urbanas de fondo, como ocurría con Poltergeist y la muerte de las protagonistas. ¿Has sufrido alguna experiencia paranormal durante o tras el desarrollo de tus juegos?

JB: ¡Sí! De vez en cuando alguien que había jugado el juego me escribía para contarme sus «experiencias extrañas» mientras jugaban. Por ejemplo: Una familia de los Estados Unidos estaba jugando a Dark Fall bien entrada la noche, mientras la nieve se asentaba en el exterior de la casa. Era una fría noche de diciembre, así que era el momento ideal para reunirse junto al ordenador para jugar una aventura gráfica de fantasmas. Hay una escena del juego en la que el jugador oye tres golpes distintos en una de las habitaciones del hotel. Esta familia se quedó sorprendida ante la calidad estereofónica del sonido… hasta que volvieron a escuchar los golpes de nuevo, algo después. ¡Los golpes no procedían de su ordenador, sino de la puerta de su propia casa! Eran las dos de la mañana, así que no esperaban visita alguna: al abrir la puerta, no había nadie, así que supusieron que quienquiera que fuese se había marchado. Pero cuando luego salieron al jardín se dieron cuenta de que no había ninguna huella en la nieve…

AyC: ¿En qué novelas o películas te inspiraste para introducir los sustos y golpes de efecto terroríficos en tus juegos? ¿O acaso han sido vivencias personales?

JB: Ya he mencionado ;Ghostwatch, que ha supuesto una gran influencia en el tema fantasmas vs. aparatos. Acaban de sacar el programa en DVD, así que he podido disfrutarlo una vez más. ¡Y todavía me da miedo!

En cuanto a literarura, mi libro favorito es The Owl Service, de Alan Garner. La historia dibuja la relación entre tres adolescentes, que se encuentran sin quererlo en medio de una revisión de las historias folclóricas del pasado. Garner describe los nostálgicos valles galeses de una forma maravillosa, pero también amenazante. Hay incluso momentos de «lo sobrenatural vs. la tecnología», cuando uno de los protagonistas fotografía a un antiguo Dios celta, totalmente por accidente. La idea de presentar paisajes amenazadores, con un pasado oscuro me resulta muy aterradora. A veces me sorprendo a mí mismo viajando a lo largo del país, viendo un montón de árboles desnudos o una colina solitaria, y pienso "mmm, aquí ha pasado algo muy desagradable". No sé si será un problema psicológico, o que el lugar realmente nos está intentando contar su pasado.

A veces estas investigaciones de fantasmas dan bastante miedo. No pretendemos asustarnos a nosotros mismos o los unos a los otros, pero un sótano oscuro produce ese efecto en cualquiera. A veces invitamos a algún valiente a que se venga con nosotros, después de verle reírse de que tuviésemos miedo. Puedo aseguraros de que son los primeros en salir corriendo del lugar, gritando como locos. ¿Qué les asusta? Normalmente son las cosas más tontas, como una palmadita en el hombro, una respiración en sus oídos o la sombra de alguna figura moviéndose en la otra punta de la estancia.

AyC: ¿Es necesario creer en fantasmas para crear una buena historia de fantasmas?

JB: Pues yo diría que los que no creen en fantasmas escriben mejores historias sobre ellos. Pero quizá el situar a los creyentes y los no creyentes en polos diametralmente opuestos sea demasiado excesivo. El autor de Sherlock Holmes, Sir Arthur Conan Doyle, sentía fascinación por los fantasmas, e intentó probar su existencia. Pero ni creía en ellos, ni dejaba de creer: existe una situación intermedia (en la que me incluyo) en la que se engloban aquéllos que «quieren creer» (¡gracias Mulder!). Va a costar mucho convencerme de que nuestros amigos y parientes que ya nos han dejado siguen vagando por el mundo, y dudo mucho que eso llegue a ocurrir jamás. Pero sí que creo que la consciencia, o el alma si así lo preferís, sigue existiendo después de la muerte. Es una creencia algo contradictoria, compartida por muchas religiones.

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