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Telltale ataca de nuevo

Título: Wallace & Gromit's Grand Adventures: Episode 1 - Fright of the Bumblebees (2009)

Desarrolladora: Telltale Games

Distribuidora: Telltale Games

Lanzamiento: 24 de marzo de 2009

Especificaciones (mínimo recomendado): Procesador a 2 GHz o superior | 512 MB de RAM | 290 MB de espacio en disco | Tarjeta gráfica de 64 MB compatible con DirectX 8.1 | Tarjeta de sonido compatible con DirectX 8.1 | DirectX 9.0c o superior | Windows XP o Vista

# Publicado el por Gaspar Ruiz 1

Introducción

En contra de la creencia popular, Wallace y Gromit jamás han protagonizado una serie. Para hacerlo, el estudio Aardman —donde trabaja su creador, el inglés Nick Park— debería haber concebido bastantes episodios con vistas a una emisión regular; lamentablemente, la técnica de animación de la que es especialista Park, el claymation, requiere de unas monumentales cotas de dedicación y de un esfuerzo que vuelve inviable esa pretensión.

No obstante, el claymation no ha sido impedimento para realizar algunos cortos —y hasta una película— sobre la dupla formada por un inventor de desbordante fantasía y su avispado perro. Desde que en 1989 se estrenaran con el mediometraje A Grand Day Out han reaparecido en The Wrong Trousers (1993), A Close Shave (1995), el reciente A Matter of Loaf and Death (2008), y The Curse of the Were-Rabbits (2005), su largometraje, estúpidamente traducido en castellano como La maldición de las verduras. Asimismo, en 2002 serían también los principales personajes de un conjunto de cortos de una duración oscilante entre uno y tres minutos reunidos bajo el título de Cracking Contraptions. Salvo la película, todos se estrenaron en la BBC y recibieron diversos galardones, generalmente Oscars, en importantes festivales.

La reputación y el respeto que ha cimentado la fama de Wallace y Gromit fue lo que impulsó a Telltale a querer contar con ambos para afianzar su estrella ascendente en el mercado aventurero, buscando captar, quizás, a un público distinto del ya fidelizado con Sam y Max. Cuando se oficializó el desarrollo de una serie en cuatro capítulos, seguidores y extraños del más preclaro representante de la artesanía «Aardman» se alegraron sobremanera. Telltale volvía a las andadas apuntando con un arma pesada.

Argumento

La vida en el 62 de West Wallaby Street dista mucho de ser ordinaria. Al ser la morada de Wallace, un excéntrico inventor que intenta mejorar su rutina diaria con sus creaciones, cualquier pequeño hecho cotidiano se transforma casi en aventura.

Gromit, el segundo inquilino de la casa, se ha adaptado, por su parte, al demencial ritmo de Wallace con una paciencia y resignación que no admite sobresaltos. Dentro de la escala de tareas asignadas, Gromit, de hecho, cumple una función crucial que garantiza que el estado de cosas impuesto no se desmorone.

Por eso cuando el señor Paneer, el tendero del pueblo, encarga cincuenta galones de miel a la pequeña empresa De la abeja a su casa, propiedad del dúo, a entregar en un espacio de tiempo imposible, Gromit ni siquiera pestañea ante la seguridad con que su dueño, acuciado por las deudas, se compromete a cumplir el cometido. Ni la certera perspectiva de quiebra, y de problemas seguros, ha destemplado sus nervios…

Comentario

Cuando se analiza una adaptación como la que nos ocupa, lo primero que tenemos que entrar a valorar es el grado de fidelidad respecto del original que ésta mantiene, así como los elementos «propios» con que lo enriquece. En ambas cuestiones, Fright of the Bumblebees tiene mucho que decir.

No puede entenderse la lógica que preside esta aventura, ni sus sucesoras, sin entrar de lleno en la consideración de la muy británica idiosincrasia con la que ha sido elaborada, respetuosa herencia de las peripecias televisivas del inventor y su mascota. Telltale se ha esmerado tanto al intentar reflejar la esencia original que, de no percibirse una notable diferencia en el tipo de animación de los personajes, cualquiera podría confundir este capítulo por una idea cocinada en Aardman.

Permanece en esta entrega la estructura marcada por el estudio inglés de animación: existe una trama frenética y delirante que gira en torno al enésimo cachivache construido por Wallace, y que da pie al problema a solucionar. Subsiste la paciente eficacia de Gromit, dispuesto a ayudar a su dueño, irremediablemente, a superar el escollo. Se aprecia, también, ese fino sentido del humor con el que se retrata a la sociedad británica.

Wallace & Gromit ha sido, desde sus mismos inicios, una serie muy inglesa. Varios de sus chascarrillos se han ideado para interpretarse en clave nacional, así como algunos elementos paródicos que escaparán irremisiblemente a la comprensión del no nacido en las islas. Fright of the Bumblebees, y con él los otros tres episodios restantes, no es una excepción a la norma: sus personajes, así como sus escenarios (el típico pueblecito tantas veces descrito por Agatha Christie), se basan en prototipos ingleses.

Junto al tándem protagonista, conviven un militar retirado y nostálgico de la guerra, el mayor Crum; un bobby llamado Dibbins, encargado de velar por el orden; la vecina Felicty Flitt, poseedora de un cottage plagado de plantas; el citado señor Paneer, propietario del ultramarinos del pueblo y vendedor al por mayor de productos lácteos; y el matrimonio Gabberley, condenados a entenderse a fuerza de convivencia. En este capítulo se nos presenta e introduce a todos estos personajes recalcando más su condición antes que su personalidad. Su comportamiento estereotipado responde a un pequeño truco del guión más que a un fallo propiamente dicho, porque al redundar sobre ciertas manías derivadas de la profesión o del quehacer mayoritario de cada personaje se logra crear puzzles de lo más variopinto.

Valgan un par de ejemplos: el agente Dibbins protagoniza un puzzle bastante ingenioso que está estrechamente ligado al Rastreador 3000, un ratón robot. Para salir airosos de la incómoda situación de ver a nuestra creación entre rejas, deberemos espolear el celo profesional del policía, controlando al pequeño roedor robótico durante el interrogatorio al que es sometido. Por otro lado, seguirle el juego con amabilidad al mayor Crum en su paranoia sobre el ataque aéreo nos hará disfrutar de algunos de los mejores aciertos en el diseño de este capítulo, como atestigua la elipsis que lleva al ex veterano a confundir el estridente grito de Felicity Flitt con una sirena de evacuación.

La concepción de los puzzles es, como se habrá intuido, ocurrentísima, aunque para nada novedosa. Andy Hartzell, firmante del guión y jefe de desarrollo de esta primera parte, pertenece a la mejor tradición Telltale en lo tocante al diseño: sabe que con una buena planificación cualquier propuesta, por descabellada que sea, es plenamente factible si se saben combinar adecuadamente pistas con enigmas.

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