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Aventuras gráficas al detalle

Reviews

Tres no fueron multitud

Título: The Curse of Monkey Island (1997)

Desarrolladora: LucasArts

Distribuidora: Activision, Erbe Software, Electronic Arts

Lanzamiento: 1 de noviembre de 1997/Reedición el 12 de Mayo de 2006

Especificaciones (mínimo recomendado): Windows 95/98 - Pentium a 100 Mhz. - 16 MB. de RAM - Unidad de CD 4x - Tarjeta de sonido compatible con SoundBlaster - 4 MB. de espacio libre - Ratón

# Publicado el por Marcos Carrascal 11

Introducción

LeChuck’s Revenge, la segunda parte de las aventuras del peculiar aspirante a pirata Guybrush Threepwood y su pintoresco mundo propio, dejó el listón de la calidad en las aventuras gráficas a un nivel visto con poca frecuencia. El viejo dicho de que «segundas partes nunca fueron buenas» encontró entonces, quizás como pasara años antes con El Imperio contraataca, su antítesis más rotunda en el campo de los videojuegos. Monkey Island 2 se lanzó en 1992, tan sólo un año después del original, y compartió con aquél tanto equipo como tecnología o, en síntesis, época. Con el lanzamiento de The Curse of Monkey Island en 1997, LucasArts había actualizado las dos primeras cosas para afrontar el desfase en la última. Tras la marcha voluntaria de Ron Gilbert, Jonathan Ackley y Larry Ahern dieron a la sazón con la que fue la primera reinvención de la saga, que a partir de entonces no encontraría más futuro que redefinirse en cada nueva instancia. ¿Supo The Curse of Monkey Island mantener la sinergia con dos de las aventuras gráficas más consagradas de la historia del género, o la nueva interpretación del ensueño caribeño de Gilbert se separó del canon sin justificación?

Argumento

The Curse of Monkey Island comienza al poco de concluir LeChuck’s Revenge. Guybrush Threepwood ha conseguido escapar del potente hechizo vudú que el pirata zombi LeChuck había lanzado sobre él haciéndole creerse un niño en un parque de atracciones. Perdido en el océano a bordo de una «barca de choque» llega accidentadamente a las costas fortificadas de la Isla Plunder, donde su amor perenne, Elaine Marley, mantiene una riña cotidiana con LeChuck. Tras derrotar al pútrido capitán pirata, Guybrush, henchido de orgullo, le propone matrimonio a su querida gobernadora, sin saber que el anillo que utiliza como alianza está encantado con una ancestral maldición que convierte a Elaine en una estatua de oro macizo. Con la asistencia siempre oportuna de la Señora del Vudú y de personajes habituales y de nueva invención, se lanzará a la búsqueda de un remedio para devolver a su amada su vivacidad y color tradicionales.

Conviene hacer una somera referencia a las tan criticadas incoherencias del encaje argumental de Monkey Island 3 tras el esplendoroso final del segundo juego, encaje que pudiera parecer forzado. Aunque existen, como han dado escrutadísima cuenta los aficionados durante años, es necesario entender que ante tan suprema conclusión cualquier secuela iba a deslucir el tipo, y la que nos ocupa consigue, sin exagerar, hacernos creíble y justificable la continuidad de la historia.

Comentario

Resulta difícil jugar a The Curse of Monkey Island sin contrastarlo, aun inconscientemente, con las anteriores entregas de la saga. No obstante, nos arriesgamos a perder la perspectiva y a encontrar puntos negros en lugares donde podríamos percibir grises de muy distinta tonalidad. Monkey Island 3 pierde el encanto del pixelart en beneficio de una técnica más contemporánea y sacrifica calidad en su guión a cambio de un buen trabajo de interpretación, tanto en la versión original como, en menor medida, en el doblaje en castellano. Y aunque lo deseable habría sido que tales renuncias no hubieran tomado forma y pudieran haberse beneficiado de los avances, no podemos estigmatizar el juego —como, de forma sistemática, se hizo— cuando lo cierto es que ofrece una experiencia memorable y reluce por su calidad sobre muchos otros que han sido injustamente sobrevalorados.

No en vano, quienes conozcan bien las dos primeras instancias de la saga podrían percibir que The Curse of Monkey Island vive un poco de las rentas, que utiliza la licencia de la saga para justificar un producto mucho menos afilado que los anteriores. Sería necio criticar el título por transportar, a nivel de historia, elementos ya presentes en los dos primeros juegos: personajes y tópicos repetidos y situaciones más o menos similares, citas autorreferenciales que en manos de un equipo menos profesional quizá hubieran resultado en un pastiche netamente comercial y sin alma. Monkey Island 3 carece del acervo artístico de las entregas anteriores, pero ese acervo se ha sabido conjugar acertadamente aquí con otras reglas. Porque esta es una serie que funciona en su microcosmos reiterativo, cerrado y de progreso pautado, y el juego sabe plasmar, de nuevo, este universo pseudofantástico con verdadera maestría.

Huyendo, pues, tanto de la dañina nostalgia como de la sed fundamentalista de originalidad, Monkey Island 3 nos sitúa en un entorno piratesco ciertamente encantador. Define a los personajes con el justo montante descriptivo, sin excederse en diálogos innecesarios (un magnífico ejemplo son los tres piratas barberos) y aportando muestras contundentes de savoir faire en este sentido, como Murray, la calavera parlante. Por descontado, los irrenunciables de la saga están presentes en el juego, con un tratamiento más que adecuado y con una presencia que constituye su evolución natural en el contexto. De este modo, la aparición de la Señora del Vudú o de Stan, el incombustible y estrafalario vendedor de chatarra —esta vez, y no muy lejos de su anterior ocupación como dueño de una funeraria, convertido en agente de seguros—, sobreviene de manera familiar.

Las hazañas piratescas de Guybrush Threepwood nos divertirán como a niños una vez más, en una historia que mantiene el interés en todo momento, bien narrada y maquetada y que demuestra que una misma fórmula, bien puesta en escena, no tiene por qué ser forzosamente cansina. Si el lastre de la comparación no condicionase todo análisis que se haga de esta aventura, podría decirse que el guión de The Curse of Monkey Island es un buen guión, escrito con diligencia y que peca mayoritariamente de haber buscado un enfoque más comercial y accesible para el jugador ajeno, o de no haber sabido encontrar lo contrario.

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Carátula de The Curse of Monkey Island

Nuestra puntuación

Cuatro estrellas y media

The Curse of Monkey Island

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