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La verbena de los inmortales

Título: Nikopol (2008)

Desarrolladora: White Birds Productions

Distribuidora: 505 Games

Lanzamiento: 24 de octubre de 2008

Especificaciones (mínimo recomendado): Pentium IV o equivalente a 1,7 GHz | 1 GB de RAM | 3 GB de espacio en disco | Tarjeta gráfica de 128 MB compatible con DirectX 9.0c | Unidad lectora de DVD | Tarjeta de sonido compatible con DirectX 9.0c | DirectX 9.0c | Windows XP o Vista

# Publicado el por Paco García 3

Introducción

Al cómic francés, y especialmente al de ciencia ficción, se le puede colocar múltiples etiquetas, muchas de ellas contrapuestas: referencial e inspirador, metafísico y espectacular, espeso en sus planteamientos pero liviano, lacónico y casi elíptico en su ejecución, cosmogónico y a la vez humano… todos ellos factores contrastantes con los que han venido jugando con mayor o menor inteligencia autores reconocidos de la talla de Jean Giraud «Moebius», Philippe Druillet, Richard Corben o Alejandro Jodorowsky, desde la mítica editorial Les Humanoïdes Associés o desde la archiconocida revista Métal Hurlant. Bajo su ala han cobijado y promocionado aptitudes como las de Enki Bilal, multiartista creador de la saga de los inmortales, una trilogía compuesta por La feria de los inmortales, La mujer trampa y Frío Ecuador que por méritos propios ha pasado a formar parte de lo más sobresaliente de la historieta europea del último cuarto del siglo XX.

El inquieto talento de Bilal no se quedó ahí, y con el paso de los años se ha dejado tentar por numerosas disciplinas, entre las que podríamos destacar la cinematográfica, con la que ha obtenido tímidos aplausos y sonados desencuentros. Tras su fracasado paso en 2004 por las salas de cine con Immortel (ad vitam), en la que autoadaptaba su propia idea, Bilal ha cedido el testigo de su saga estrella a la empresa de un viejo conocido y compañero de profesión, Benoît Sokal, para que la adapte al videojuego. Sin tirarse a la piscina en esta ocasión, Bilal ha otorgado a la gente de White Birds libertad narrativa sobre su creación dando lugar a una tangente argumental respecto a lo que acontece en La feria de los inmortales, que mantiene la ambientación y el trasfondo de la misma, pero que se centra en otro protagonista, dando pie a una historia alternativa.

Un planteamiento a priori tan válido y atractivo como el que más, pero que, como veremos a continuación, dista mucho de tener el brío, la sustancia, la intriga y la enjundia que cabría esperar con un material de base tan suculento.

Argumento

El mundo que ahora conocemos es tan sólo un dulce recuerdo en la castigada sociedad del año 2023, tras el abrasador paso de unos tiempos que únicamente han traído desgracias a la humanidad. Desgracias en forma de guerras masivas, invasiones y dictaduras, de pandemias y miserias.

Sobre el cielo de la ciudad-estado de París se posa, hierática, una pirámide de origen desconocido. En su interior habitan una casta de seres omnipotentes que ya pisaron esta tierra en un pasado remoto y que ahora han vuelto con intenciones indefinidas. Uno de esos seres, Horus, el más descarriado del grupo, pretende rebelarse contra sus semejantes para llevar a termino los planes que ya comenzó a trazar hace miles de años. Las maquinaciones de Horus pasan por valerse de un pelele desconocido que llegue al poder y que suplante al actual mandatario, Jean-Ferdinand Choublanc, que ostenta el poder desde hace años camuflando su tiranía tras una cortina de fundamentalismo religioso del que se autoproclama portavoz.

Mientras tanto, un fortuito designio del destino hace que la cápsula en la que ha sido confinado Alcide Nikopol Sr. se desprenda y caiga de nuevo a la tierra. Nikopol fue un pobre desgraciado que acabó en una prisión orbital criogénica treinta años atrás acusado de desertor, dejando a una mujer embarazada abandonada a su suerte en un mundo a punto de convulsionarse. Pero su suerte va a cambiar. Al poco de aterrizar en la Tierra, maltrecho y malherido, se topa con el intrigante Horus, que se vale de sus poderes para curarle las heridas y de paso doblegar su voluntad, obteniendo así a ese títere del que valerse para ejecutar sus propósitos.

Ajeno a todo ello, el hijo que Nikopol dejó en el vientre de su esposa antes de ser apresado lleva una existencia medianamente tranquila malviviendo como artista dentro de los límites impuestos por la opresiva sociedad en la que se ha criado, aunque colabora secretamente con algunos grupos de oposición al régimen de Choublanc. Pero la vida de Alcide Nikopol Jr. también va a dar un inesperado vuelco que lo llevará a reencontrarse con su olvidado padre. Y todo dará comienzo cuando en su apartamento irrumpa una garrapata del tamaño de un oso con una placa de policía que quiere llevarle preso…

Comentario

Con una licencia de considerable calado y con un pujante potencial narrativo y plástico, las posibilidades de éxito siempre se incrementan. Y White Birds es una empresa que está muy necesitada de éxitos. Hacerse con la posibilidad de adaptar la mastodóntica distopía futurista de Enki Bilal daba al equipo de Sokal una nueva oportunidad para alzar el vuelo tras un par de sonados chascos. Desde luego, el material de base ofrecía todas las esencias para elaborar una fragancia realmente atractiva, pero el pulso de la empresa gala no ha sido precisamente firme a la hora de ponderar sus mezclas, y en su corta juegografía, a pesar de gozar de buenos fundamentos, jamás han alcanzado las cotas de excelencia que se esperaba de ellos.

Tras un debut algo desastroso como fue Paradise, y con un segundo juego, Sinking Island, que a pesar de gozar de algunas virtudes no ha logrado la aceptación esperada, este tercer juego, Nikopol, se antojaba esperanzador: el empaque cyberpunk de la historia, sus enrevesados e inesperados giros, la danza entre exotismo místico y ciencia ficción del cómic, sus intrigas palaciegas y su tuétano de crítica social le hacían un buen candidato para convertirse en una interesante adaptación. Pero los resultados no sólo no se han acercado a las más modestas expectativas sino que además las han decepcionado rotundamente.

Resulta difícil asimilar el hecho de que con tanto se llegue a hacer tan poco. Si bien la historia se presenta como hilo alternativo al original, son muchos los matices en los que cabe profundizar, muchos los datos por medio de los cuales crear una atmósfera, una trama y un trasfondo, con el fin de que el jugador no se siente delante del monitor y tenga la impresión de estar jugando a una marcianada. Para una historia de esta índole, donde se nos está mostrando una realidad bien diferente a la que conocemos, donde se nos expone un lienzo social con elementos bizarros, completamente ajenos a toda lógica, es de vital trascendencia justificar todo el asunto, darle credibilidad y un sentido a todo ello y, si es posible, con sutileza. La cosa es que Nikopol nos introduce de lleno en todo ello, y sin mediar explicación nos deja sueltos sobre las tablas de un teatro desconocido, donde las tramoyas funcionan a su manera. Así, la sensación de enrarecimiento se hace patente nada más empezar el juego, y esperando encontrar alguna explicación pausada a todo ello nos veremos de inmediato en el ojo del huracán de los acontecimientos de la trama.

Si una historia, según los cánones más elementales, debe estructurarse en planteamiento, nudo y desenlace, en la aventura que hoy nos ocupa el primer trámite se esfuma directamente, y si las bases de la narración no están claras, continuar con congruencia se hará muy difícil. Tras una somera y muy poco clarificadora secuencia de introducción, donde se da por hecho que el jugador tiene idea de lo que significa una pirámide sobrevolando una ciudad y lo que hace un pajarraco antropomorfo con vozarrón dando vueltas por ahí, nos vemos en la piel de nuestro protagonista, un pintor bohemio con ciertas inquietudes políticas que recibe el encargo de realizar un cuadro de su padre para la resistencia con la que colabora. Muy escuetamente, se nos deja entrever que nos hallamos en un régimen totalitario, y por medio de las soflamas de la megafonía podemos vislumbrar en que situación nos encontramos.

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