Bad Brain desaparece
# Publicado el por Víctor Martínez
El empresario Wolfgang Kierdorf ya puede ir buscándose otra ocupación (a ser posible lejos del mundo del videojuego), pues según la página web alemana Adventure-Treff, la compañía fundada por este señor, Bad Brain Entertainment protagonista de uno de los episodios más vergonzosos de nuestro género-, ha desaparecido junto al que era su único proyecto factible hasta la fecha: The Whispered World.
El diseñador de esta aventura 2D, Marco Hüllen, ha cesado en su empeño de sacarla adelante al comprobar que ninguna distribuidora iba a financiarle el proyecto, labor que debería haber realizado el señor Kierdorf como responsable de la productora del juego. Cancelado este título, a Bad Brain se le han acabado los cartuchos tras perder los derechos de A Vampyre Story y defraudar a la comunidad aventurera con una posible resurrección del malogrado Sam & Max: Freelance Police de LucasArts que finalmente ni se dio, ni al parecer nunca había tenido la más remota posibilidad de darse, limitándose las negociaciones por parte de ambas compañías a algunos mails enviados por parte de Kierdorf.
¿Qué pasó entonces con los otros dos proyectos del calendario de Bad Brain como I-Jet y The Orgastic 4? Humo. Eso mismo aseguró el propio Wolfgang en un blog personal: ambos proyectos fueron invenciones realizadas un día o dos antes de empezar con su agresiva campaña de autopromoción, hace ya más de dos años.
The Whispered World, por su parte, se queda huérfano y eternamente congelado, aunque sus responsables aseguran que no les importaría ceder las licencias del material a algún grupo capaz de llevarlo adelante, siempre y cuando dotaran a la aventura de la condición de freeware.
El final de un sueño, reflexiona melancólico el germano. Compadeceríamos a la compañía de no ser porque muchos otros estudios independientes, sin hacer apenas ruido, han conseguido mediante esfuerzo y mucha dedicación distribuciones internacionales de sus humildes (y notables, en algunos casos) aventuras, sin necesidad de recurrir a la mentira y sin creerse los mesías de un género que no está para aguantar ese tipo de espectáculos circenses, ni mucho menos para intentar vender botellas de humo a un puñado de fans comprometidos con la aventura más de lo que a veces deberían.