Tal y como prometimos esta mañana, han llegado nuevas desde la sede de Bad Brain Entertainment sobre la que posiblemente se haya convertido en la aventura gráfica más esperada de los últimos años y en un auténtico símbolo del porvenir del género, Sam & Max 2. Por desgracia, son malas nuevas.

Después de una espera que ha tenido en vilo a buena parte de la afición al género, Wolfgang Kierdorf ha hablado y la noticia que ha traído nos ha pillado por sorpresa tanto o más que a vosotros. No era de esperar semejante burla de un individuo que se hace llamar profesional y que mucho va a tener que trabajar para enmendarse: después de confirmarnos personalmente, por activa y por pasiva, por escrito y de viva voz, que el pacto con LucasArts estaba cerrado para el desarrollo de un nuevo Sam & Max, que estaba intentando que el muy respetable Steve Purcell se involucrara en el proyecto y que el juego iba a desarrollarse desde cero por el mismo equipo que lo empezó, el comunicado emitido hace escasos minutos por su compañía expone lo diametralmente opuesto. Parece ser que la desarrolladora californiana se niega a ceder los derechos de explotación para videojuego de Sam & Max. Tras mantener nuestra palabra de discreción hasta el último minuto, este es el resultado de unos engaños que han puesto en tela de juicio la credibilidad de esta casa.

Pocas veces tenemos la desagradable ocasión de encarar situaciones como la de hoy, en la que no solamente no se han valorado conceptos por lo que se ve tan inusitados como la honestidad y la lealtad, sino en la que además se ha chantajeado con chanzas y juegos de espejos a millares de aficionados de medio mundo. Hace escasos días podíamos contemplar como un entusiasmado Kierdorf embaucaba con prosa de vendedor de elixires a un público que, cada vez más, está necesitado de esperanzas. Hace escasos días nosotros las compartíamos. Hace escasos días él mismo nos dijo que había que «involucrar al jugador potencial en cada etapa del desarrollo». Puede estar seguro de una cosa: esta no es la manera.

Superado el trance, llega el momento de pasar la factura, y es más que seguro que en Bad Brain sabrán de aquella máxima que dice que hay que saber tratar al medio de comunicación. Y en lo que respecta a la amplia mayoría de las publicaciones especializadas más reputadas (y visitadas), esta maniobra de hoy no ha sido recibida con vítores y palmas, con lo que probablemente el camino de rosas por el que patinaban alegremente los teutones se puede convertir en una escollada ruta hacia una fama no precisamente buena.

Seguiremos a la espera, no obstante, de nuevas informaciones al respecto de sus otros productos, con especial interés por A Vampyre Story, cuyo lanzamiento, esperemos, no se trate de otra parodia de profesionalidad como lo único palmario que hasta ahora nos ha dado la compañía: decepción. Si alguien que todavía se resiste a creerse esto quiere encontrar algún desaconsejado consuelo en esta historia, podemos decir que aún continúan las negociaciones con Steve Purcell, a quien pronto retornarán los derechos de la franquicia, para las que, según dice, necesita «el apoyo de todos vosotros». Aventura y CÍA en particular ya ha tenido más que suficiente, y desde luego no estamos ni mucho menos por la labor de servir al enriquecimiento de nadie en base a la venta de aire embotellado.

Por nuestra parte, sentimos mucho haber sido cómplices involuntarios de esta pantomima mediática, y es de justicia disculparnos sinceramente por no haber tenido el olfato suficiente para prever el embuste. Queda en firme nuestra promesa de no volver a caer, y haremos todo lo que esté en nuestra mano para evitar que vosotros lo hagáis.

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