Introducción

Resulta imposible comprender - o siquiera concebir- "Touché: las aventuras del quinto mosquetero" sin contextualizarlo previamente: único hijo de la efímera "Clipper Software", tuvo la desdicha de ver la luz en un periodo de gran bonanza del género de las aventuras gráficas. Fue contemporáneo de títulos como "Mundodisco", el segundo "Simon the sorcerer" o las excepcionales "The Dig", "Full Throttle" o "Mission critical". Se puede decir que apareció en el momento dorado de las aventuras gráficas, cuando éstas aún contaban con la admiración y la aquiecencia de un sector lúdico-electrónico que se frotaba las manos ante las posibilidades que ofrecían. Eran tiempos en los cuales muchos programadores gustaban desmarcarse de las tendencias imperantes para presentar proyectos más personales, experimentales, caracterizados por sólidas historias de contrastada calidad. "Touché" fue consecuencia de ese vigoroso espíritu de innovación, pero tuvo la enorme desdicha de ser un producto más de su tiempo. O renovabas o morías. Y, dado que nuestro juego no aportaba grandes cosas respecto a otros, se vio abocado al fracaso. Pasó desapercibido, sus creadores se separaron y "Touché" se perdió en el limbo. Ahora, doce años después de su aparición, pretendemos reparar la injusticia realizada situándola en el lugar que se merece.

Argumento

Francia, durante el siglo XVI. La guerra contra los ingleses alcanza su punto álgido. La monarquía francesa ha instaurado hace poco la Orden de los Mosqueteros, a imagen de la ya existentes en los Tercios españoles, como tropa de élite dentro del ejército. Su fama y su prestigio bien pronto se acrecientan, pues ingresar en la Orden supone tener contacto directo con el Rey. No están lejos los tiempos en que Jean Armand Du Plesis, Cardenal de Richelieu, valido de su augusta Majestad, remoce la Orden, transformándola en una suerte de tropa de corps, herramienta fundamental de muchas de las intrigas que gestará desde su cargo.

Muchos jóvenes de familias humildes intentan probar fortuna. Tal es el caso de Geoffroy LeBrun, cuyo único sueño es convertirse en mosquetero del Rey. Este deseo, sin duda motivo de gloria y dinero, será la motivación que guiará sus pasos hasta Rouen donde se verá envuelto, por su ímpetu y su verbo afilado, en una conspiración que pretende hacer tambalearse los cimientos de la piadosa Francia. Algo huele a traición en las altas esferas de la Corte y sólo un gascón socarrón y su impertinente criado tienen la clave para desbaratarla. Entre medias, hay varios muertos, un malo muy malo vestido de púrpura y una bella damisela...

Comentario

"Touché" es una clásica aventura point'n click. Esto significa que la interfaz es eficaz, sencilla e intuitiva; muy lejos, por tanto, de las horribles "vueltas de tuerca" perpetradas en muchos juegos actuales. Un sistema simple y práctico que incide en una jugabilidad perfecta.

Los gráficos, en VGA, son los propios de su tiempo. Los personajillos tienen una estética graciosa -cuando no está difuminada- y los escenarios están, en líneas generales, muy cuidados (aunque sea achacable una cierta reiteración en algunos de ellos: todas las posadas parecen cortadas por el mismo patrón que la inicial de Rouen y muchos "exteriores" se asemejan). Las animaciones cumplen su papel. Todo tiene un vago aire familiar en el juego: movimientos, poses, paisajes y hasta el molde de los subtítulos despierta en el jugador la impresión de haber visto ya todo esto. Es entonces cuando se cae en la cuenta que casi todos los elementos reseñados se diferencian mínimamente (por no decir, nulamente) de otros observados en Monkey Island 2.

Y aquí reside la principal crítica que hay que hacerle a Touché: Geoffroy es un Guybrush sin perilla y embutido en un pixelado traje de francés dieciseisesco; Elaine sigue siendo una orgullosa y altiva muchacha con una extraña predilección por las ventanas; Lechuck ha cambiado la casaca por la casulla...¡pero es que Nantes es una Phatt en miniatura, con una prisión idéntica! (el arquitecto debía ser el mismo), Geoffroy Threepwood se cruza con personajes delirantes de personalidad muy similar a los que Guybrush Lebrun ya trató en sus correrías en pos del Big Whoop e incluso se enfrenta a retos tan idénticos que los ligerísimos retoques introducidos apenas sirven para evitar que el avezado jugador, bregado en mil batallas contra piratas zombies, dé con la clave de tal o cual misterio utilizando su experiencia práctica como recurso fundamental. ¿Ejemplos?. La parte de la prisión, sin ir más lejos. Piensa como lo haría Guybrush y darás con la clave.

Quizás se pretendiera hacer un homenaje a la saga, plagándola de guiños- a veces me llegué a inclinar por esta posibilidad por ciertos chascarrillos del juego- pero creo muy sinceramente que el resultado es un exceso de mitomanía. De acuerdo, las comparaciones son siempre odiosas y deberían evitarse en la medida de lo posible. Si pensais así, os invito a que jugueis, primero, a la obra maestra de LucasArts y después os echéis unas partidas a nuestra aventura de mosqueteros. Inmediatamente comprobaréis por qué le doy tanta importancia a este apartado.

Sin embargo, aunque se "extraen" elementos de MI2, no se capta su esencia. De ambos puede decirse que tienen un guión muy definido, más que una trama. En "Touché" no hay grandes giros argumentales, ni una hondura psicológica de sus personajes, ni siquiera un trasfondo consistente, como sucede con su modelo. Sin embargo, donde allí el jugador está siempre bien conducido y convencido de sus acciones, aquí sucede exactamente lo contrario. Y esto precisamente incide en su dificultad.

Si tuviésemos que hacer un "top ten" de aventuras gráficas en base a su dificultad, "Touché" estaría en la cúspide, acompañado de "Mundodisco" y "Hollywood Monster" en este orden. A los tres les hermana una misma ideología demencial del sentido del puzzle. En concreto, en nuestro objeto de análisis, abundan de tres clases: están los que podríamos llamar de "interacción reiterada" que consiste en interactuar repetidas veces con un mismo personaje hasta que su actitud o su charla cambia; luego le siguen los de combinación, que sin ser "mundodisquianos" tienen su miga y, por último, están los abiertamente estrambóticos o los "enigmas de la habitación cerrada". Sobre estos últimos quiero centrar mi atención: supongamos -y sólo supongamos, que detesto los spóilers- que en un cierto momento del juego, Geoffroy se encuentra en una habitación que es despacho oficial de una suerte de señor de Tréville. Ahora pensemos que no hay manera de abandonarla porque es necesario aprovechar una ausencia de su ocupante para hacerse con unos ciertos documentos. En la estancia hay tres "puntos calientes": una bandera con la flor de lys, una pila de papeles y una vela. ¿Solución? Bien, Rouletabille y MacGyver darían rápidamente con ella, sin duda (lástima que no seamos ni uno ni otro). Se busca, también, a alguien que dispunga de una acusada vista de lince, para resolver otros misterios del juego como "el caso de las múltiples herraduras".

Ahora bien, si hay algo que define propiamente a "Touché" y le dota de una identidad particular es un genial sentido del humor. La música y sus efectos sonoros (soberbios; sin paliativos lo mejor del juego: ojo a la música de órgano de la Catedral, a los acordes "de pitorreo" de las gaitas cada vez que nos acercamos a un hijo de la Gran Bretaña o a la música "vándala" de la(s) posada(s)), al igual que los gráficos, se ponen al servicio del humor con resultados excepcionales. Las bromas, las chorradas, abundan de tal manera que se siente una verdadera ansia por avanzar en el juego, a ver con qué nuevas tonterías nos van a sorprender. Si bien se producen a velocidad vertiginosa, nunca hay una impresión de hastío ni de saturación. El humor se alterna en todas las cotas posibles: desde el más vasto y burdo, al más sutil y refinado. Si existiese un premio al personaje más hilarante del género, éste recaería, sin oposición ( y con el permiso del reparto de ciertas aventuras de LucasArts, por supuesto) en Henri, el impresentable criado de Geoffroy. El humor es la gran baza del juego. Se lo pasa uno tan bien viendo cómo sufre el aprendiz de mosquetero que no le queda más remedio que rendirse a la evidencia: el hombre es un ser malvado por naturaleza.

Conclusión

"Touché" es un buen juego, lleno de aciertos en el plano técnico, pero que se diluyen por su frustrante dificultad y por un diseño demasiado parecido a Monkey Island 2. No obstante, su benevolente humorismo y su gran capacidad para absorber al jugador, justifican una revisión obligada. Se mantiene al nivel de muchos de sus contemporáneos y es infinitamente superior a un producto medio del género actual. Y solamente esgrimiendo armas humildes.

Página 1 de 1

Imágenes relacionadas

Más imágenes