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Aventuras gráficas al detalle

Reviews

Britannia rules the waves

Título: The Gene Machine (1996)

Desarrolladora: Divide By Zero

Distribuidora: Virgin Interactive Entertainment

Lanzamiento: 1996

Especificaciones (mínimo recomendado): Procesador 486 o superior | 8 MB de memoria extendida | Tarjeta de vídeo SVGA o Vesa | Tarjeta de sonido compatible con SoundBlaster | Unidad de CD 2x | MS-DOS

# Publicado el por Gaspar Ruiz 2

Introducción

Divide by Zero se fundó en 1990. Entre 1993 y 1996 —año de su abrupta desaparición— desarrolló cuatro aventuras eficaces en líneas generales: Innocent Until Caught y secuela (Guilty), producidas por Psygnosis, The Orion Conspiracy (cuya review puede encontrarse en esta misma web) y, finalmente, The Gene Machine.

Hoy nos fijaremos precisamente en su último proyecto, que toma como trasfondo la época victoriana, que supuso para Inglaterra el mayor florecimiento cultural, militar, industrial y tecnológico de su historia. No fue la primera aparición de este periodo en las aventuras gráficas, ni tampoco será la última (ahí están todos los Sherlock Holmes varios para atestiguarlo), pero sin duda será la vez en que se trate desde una óptica tan desmitificadora y burlona.

Argumento

Piers Feathershawe lo tiene todo para gozar de la mayor estima social británica: un asiento en el exclusivo club Bien Nacido, como exige la tradición; un compromiso de relumbrón con Mirabella, fundamental en la escala de valores de todo buen caballero; y un ayuda de cámara, Mossop, servicial, barato y de muy dudoso talento.

Al regresar de un viaje por América, el caballero Feathershawe piensa ya en el reconocimiento y la gloria, ajeno a lo que el destino le tiene preparado en su casa: allí, un nuevo huésped, peludo, inusitadamente bípedo y parlanchín, de nombre Setenta y Tres, le contará una de esas historias que huelen a aventura por los cuatro costados.

En una isla tropical remota, cuya ubicación no figura en los mapas, el doctor Dinsey está cruzando diversas especies con el fin de crear un ejército de mutantes para conquistar el mundo, gracias a su máquina genética, aterradora invención que su odio hacia la humanidad le ha llevado a construir. El propio Setenta y Tres parece ser la prueba fehaciente de los experimentos contra natura del científico loco, pues no en vano sus genes son humanos y felinos.

Convencido, como buen caballero, por la palabra y las amenazas de Setenta y Tres de dirigirse en pos de ayuda, en caso de rechazo, al segundo mayor aventurero del Imperio Británico, Kingpeace, Feathershawe tomará la decisión de partir en busca de la isla del doctor Dinsey para así frustrar sus megalómanos planes. Su periplo le llevará a atravesar mar (en horizontal y vertical), tierra, aire y hasta espacio. No en vano se enrolará en la gran aventura británica…

Comentario

Si la mala suerte fue el sino inexorable de Divide by Zero, su aliado incondicional, el Olvido, resultó ser el estigma de The Gene Machine. Relegadas a una injusta posición, las peripecias victorianas del caballero Feathershawe y su ayuda de cámara Mossop merecen, cuanto menos, un lugar especial en la historia del género por el sentido del humor tan desenfadado y envidiable del que hacen gala. Este humor ya no es que sea su gran baza: es su todo, su absoluta justificación para rescatarla de la generalidad a la que ha sido confinada. A diferencia de otros títulos, con los que no espera competir, despunta convenientemente por su toque distinguido tanto para la parodia como, sobre todo, para la sátira.

La maña cómica que destila se aprecia en el recurrente gag clasista que separa a Piers Feathershawe de Mossop. El mayordomo es una versión calamitosa de Passepartout, el criado de Phileas Fogg, y Feathershawe, trasunto a su vez de Fogg, un caballero que se ve obligado a hacer cosas que desmerecen su condición, tales como comprar el periódico o trabajar. Este simple binomio favorece situaciones simpáticas o abiertamente hilarantes que dan pie a una crítica tan feroz como irreverente.

Sin llegar a la altura de otros grandes compañeros, como Sam y Max o Andrés Truído y Flux Tarambana (Toonstruck), por citar algunos ejemplos, su semblanza está lo suficientemente bien trazada como para sustentar un conjunto que, de haber contado con otro tipo de protagonistas, podría haber hecho aguas. La comodidad que proporcionan, sin embargo, garantiza la soltura en los chistes y en las gracias, así como el desfile de figuras (la reina Victoria o Jack el Destripador) y el homenaje, tanto velado como explícito, a la literatura del momento.

Cuando una aventura se trufa de pequeñas referencias entusiastas, el resultado puede llegar a ser muy grato; pero si encima lo hace con el desparpajo solvente de quien se muestra indiferente a las normas y al dictado de lo políticamente correcto, entonces se obtiene un éxito notable. Los guiños al universo cientificista creado por Julio Verne, encarnados en el capitán Nematode y su circunstancia, así como a la ciencia ficción socialista del fabiano H. G. Wells, representados en una nada fácil alusión al criminal protagonista de El hombre invisible (sin mencionar, por evidente, todo lo relativo a La isla del doctor Moreau, sustrato de esta historia), convierten a The Gene Machine en un perfecto representante de la comicidad inteligente. Por supuesto, cualquier aventura victoriana que se preciara debería mentar a Robert Louis Stevenson, y ésta no se queda atrás al ofrecer un chispeante gag sobre su famoso doctor de personalidad doble.

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Review de The Gene Machine
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Nuestra puntuación

Tres estrellas y media

The Gene Machine

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