Lo bueno, si demasiado breve, no tan bueno
Título: Sam and Max: Season 1 - Episode 1: Culture Shock (2006)
Desarrolladora: Telltale Games
Distribuidora: Telltale Games, Nobilis
Lanzamiento: Octubre de 2006
Especificaciones (mínimo recomendado):
# Publicado el por Víctor Martínez
Estos enigmas tienen su gracia, superan en diversión y originalidad a los de Bone (cosa no muy difícil) e incluso algunos de ellos se podrían tildar de magistrales, aunque consiguen un extraño efecto de apenarnos por no verlos insertados en un juego largo, en lugar de en un episodio demasiado efímero como para trascender en el género, reutilizando también escenarios con maestría para suplir la falta de diversidad de los mismos.
A todo ello hay que añadir que el parco inventario de Sam tiene efecto en un amplio espectro de objetos y personajes, produciendo comentarios (la mayoría de ellos acertados e ingeniosos) cuando utilizamos objetos con otros no necesarios para avanzar. Utilizar el arma de Sam, además, tiene consecuencias especiales, ya que el puntero se convierte en una mira con la que podemos disparar a cualquier cosa del escenario. Por supuesto, no esperéis que el decorado se destroce ni que los objetos se caigan al suelo como si utilizase el motor de Half Life 2, porque el arma, al fin y al cabo, sirve para emplearse en la resolución de enigmas, pero sí será desencadenante de algún comentario jocoso.
Como en el Sam & Max de 1993, en este también tendremos la opción de jugar a un mini-juego arcade de conducción por la ciudad. Sin embargo, en lugar de llevar a Max saltando carteles, el objetivo es incordiar a otros conductores, dispararles, pitarles, y llamarles la atención con el megáfono para luego pararles e intentar meterles un puro con el simple objetivo de ver el intercambio de comentarios, en el cual, por cierto, esta vez también puede participar el conejito, pulsando sobre su cara cuando se pueda para abrir un nuevo surtido de opciones de diálogo, mucho más cínicas y crueles, por supuesto.
El modelado y animación tanto de personajes como de escenarios es tan parecido a lo poco que pudimos ver del malogrado Freelance Police, que hasta nos extrañaría que, con su marcha de LucasArts, los chicos de Telltale no se hayan llevado el trabajo hecho a casa. Tenemos que suponer que lo que vemos es el aspecto lógico que debe tener un juego inspirado en las viñetas de Purcell, y la verdad es que técnicamente es muy bueno, con fluidez, calidad y mucha expresión en todas las animaciones de los personajes, en especial de los protagonistas, quienes adoptan todo tipo de muecas y gestos perfectamente conseguidos, cosa que hace que las conversaciones no se centren sólo en lo que dicen, sino también en cómo lo dicen, algo de lo que sí podrían aprender el resto de compañías que han decidido utilizar modelos poligonales en sus producciones aventureras.
Los escenarios, también renderizados en tiempo real, están mucho más cargados de detalles y hotspots interactivos de a lo que nos tienen acostumbrado la mayoría de aventuras en 3D. Tanto es así, que ni siquiera añoraremos los backgrounds bidimensionales como sí nos puede pasar en títulos como Broken Sword 4, no solo por el culto al detalle que practican, sino por el correcto uso de las cámaras, que en ningún momento impiden la buena ejecución de las órdenes que le demos a Sam. En definitiva, un buen ejemplo a seguir en cuanto a “aventuras 3D” se refiere.
Por último, cabe decir que el tema principal que ha compuesto Jared Emerson-Johnson (autor del score de los Bone) es una nueva versión algo más breve del que sonaba en Hit the Road y que en estos momentos seguro que os resuena en los tímpanos. Dentro del juego, destaca otra pieza, esta vez con voces, que intenta emular la sintonía de una serie televisiva setentera; y a parte de la gracia que en conjunto nos pueda hacer, ahí acaban los méritos musicales, que en la mayor parte del juego no destacan en demasía.
Conclusión
En conjunto, este Sam & Max: Culture Shock es lo suficientemente bueno como para que nos entristezca verlo en formato episódico. Dejando a parte que no incluir subtítulos en otros idiomas distintos del inglés (y más teniendo en cuenta que los retorcidos diálogos entre los personajes del juego no hacen gala de la simpleza del idioma, precisamente) es un suicidio comercial a nivel internacional, podría merecer la pena adquirir la serie completa al módico precio que se oferta. Sin duda alguna, así si que tendremos entre nuestras manos algo parecido en duración y en satisfacción a lo que sería una continuación convencional de Sam & Max: Hit the Road.
Ahora bien, faltan por ver el resto de episodios, porque como sigan reutilizando los mismos escenarios para las siguientes historietas, nos vamos a cansar en el segundo.
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