Humor chatarrero
Título: La fuga de Deponia (2012)
Desarrolladora: Daedalic Entertainment
Distribuidora: FX Interactive
Lanzamiento: 27 de septiembre de 2012
Especificaciones (mínimo recomendado): Procesador Pentium IV a 2,5 GHz o superior | 2 GB de RAM | 4 GB de espacio en disco | Tarjeta gráfica de 256 MB (Nvidia Geforce 6600, AMD Radeon X700 o superior) | Tarjeta de sonido compatible con DirectX 9.0c | Windows XP (SP3), Vista (SP1) o 7
# Publicado el por Gaspar Ruiz
El primero es anecdótico; el segundo requiere aprender el funcionamiento de un mecanismo y comprobar qué efectos tiene, por medio del método de prueba y error, para luego trastear con él de forma repetitiva, hasta el aburrimiento.
Tras escapar de Kuvaq, el juego se afea, pierde personalidad, pegada y chispa: todo huele a refrito, todo recuerda demasiado a otras aventuras, como Runaway, The Curse of Monkey Island o The Dig, que tenían ideas y momentos parecidos pero mejor ejecutados. Por ejemplo, el puzle que guarda concomitancias con la aventura crepuscular de LucasArts es verdaderamente infame: busca reconstruir una imagen a base de encajar piezas, y el jugador lo bastante tonto, paciente o bienintencionado como para no saltarlo (hay un botón a tal efecto), descubrirá que hay una pieza que no encaja donde debería y que Daedalic le ha hecho recomponer la imagen para luego, en su infinita gracia, destruirla a modo de chiste. Cuando no hay puzles de esa ralea, La fuga de Deponia propone arreglar artefactos extraños, una manera artificial de poner obstáculos: no hay situaciones que resolver, sólo máquinas que reparar. Es una pena, porque han demostrado que saben hacer aventuras, y se nota que han jugado a muchas. En el sustrato del diseño de puzles hay ideas magníficas y situaciones resueltas con garbo, todas ellas sepultadas por inmundicia, como los habitantes de Deponia.
El simpático guión, plagado de frases adecuadas, nace, se desarrolla y fenece sin pretensiones de ninguna clase. No es más que una historia entretenida sobre un chaval insatisfecho enamorado de una chica que está socialmente por encima de él. No deja de ser la enésima trama de huida hacia adelante que el estudio alemán lleva contándonos desde que su mundo es mundo. Tampoco es de extrañar siendo sus componentes miembros de la nación que dio riendas al relato de aprendizaje y sazonó su arte con tantas gotas de fantasía (romántica y feérica). Por eso mismo, los guionistas se esmeran en ocultar con una pericia más o menos aceptable las referencias evidentes de su gestación, con las que se demuestra que detrás de los chicos esponja de Daedalic, que todo lo absorben, hay consistencia, sustancia, inteligencia.
La fuga de Deponia deja un final abierto y muy anticlimático que se resolverá en próximos episodios. En origen, lo que será una trilogía se diseñó como una única aventura de larga duración, y sufre en el despiece: no sucede mucho durante el juego, y más que terminado en cliffhanger queda obviamente inconcluso. Nunca sabremos si el juego, de no haber cortado el proyecto original y si hubiera suprimido tanto puzle de tablero, habría sido un mejor total, más compacto, que este primer episodio.
El aspecto gráfico es el más distintivo de los que haya hecho nunca el estudio, virtuoso del paisajismo y del color. Sus escenarios chillones, muy detallados, y sus estrambóticos personajes están enriquecidos con los vídeos de factura propia, en los que se aprecia especialmente que Daedalic ha obtenido sus mayores logros en el movimiento de los personajes, con un registro de animaciones más nutrido que nunca, aunque sea de por sí magro y escaso.
Una marchita militar —que nos remite a aquellas que, de tanto tararearlas en películas, nos sabemos de memoria— constituye la banda sonora, salpicada de interludios cantados bastante llamativos. Es un acompañamiento agradable que sabe interponerse cuando debe y que acrecienta el carácter simpático de esta aventura. Además, esta es una de las últimas aventuras que se han traducido íntegramente al castellano. Las voces suenan a lo que tienen que sonar: a exageración, a caricatura. Los traductores están por lo general en su sitio. Rufus se hace insoportable por su voz engolada, e intolerable cuando se hace pasar por cierto personaje en los estertores del juego. Los demás actores de doblaje, y en particular quien presta la voz al doctor/bombero/inspector de policía Gizmo, merecen un sonoro aplauso.
Conclusión
La fuga de Deponia es una comedia sosa. Sus chistes no tienen gracia, como tampoco la tienen las dos partes sucesivas al gran escenario de la ciudad de Kuvaq, en las que los puzles de tablero forman el grueso del juego.
En la otra cara de la moneda tenemos un guión muy simpático, redondeado por una banda sonora agradable y un buen trabajo de localización (encomiable esfuerzo de FX). Y la certeza de estar ante el título de Daedalic más trabajado en cuanto a la estructura del diseño.
El abrupto final con el que se cierra el juego se continuará con dos aventuras más, en la que tendrán que pulirse los fallos arriba enunciados para que el universo Deponia pueda ser, efectivamente, un lugar de tránsito hacia un paraíso terrenal mucho mejor que nuestras realidades de chatarra. Un lugar en el que el sentido del humor sea algo más que autocomplaciente altruismo.
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