Hotel maravilla
Título: Hotel Dusk: Room 215 (2007)
Desarrolladora: Cing
Distribuidora: Nintendo
Lanzamiento: 20 de abril de 2007
Especificaciones (mínimo recomendado):
# Publicado el por Gaspar Ruiz
Visto que también Phoenix Wright, otra de las “vacas sagradas” del género en DS, se resiente por ese mismo problema, cabe concluir que estas tácticas son el distintivo de la casa.
Hay otra predilección de Cing que debe criticarse enérgicamente y que es, quizás, la máxima responsable de la caída de la tensión dramática: al final de cada capítulo (hay diez), se inserta un cuestionario con preguntas (muchas veces absurdas de tan simples) y respuestas, pensado para repasar cuanto se ha hecho durante ese fragmento de juego. No se asuste el personal: no hay comparación posible con el despropósito perpetrado en “El pendiente de plata”; este sistema soluciona y clarifica las cosas. La idea tendría cierto sentido como recordatorio puntual de no existir un resumen dentro del menú de opciones que sirviese a tal fin. Será muy de agradecer que, en proyectos futuros, Cing prescinda de una técnica que no aporta ni reporta nada al desarrollo del juego.
Llegados a este punto os preguntareis, ¿existe algo entonces que justifique la compra de este título?. Pues sí, porque si sus defectos son tan pasables como personales (el lector no tiene porqué identificarse con las manías puntillosas de quien esto suscribe), sus numerosas virtudes son tan objetivas como contundentes. Volvemos a incidir en el hecho de que Cing construye una verdadera novela negra gracias a la espléndida convergencia de sus muchos elementos. Hay un buen puñado de personajes, todos tan humanos como quien dirige a Kyle Hyde. Los habrá más logrados, es cierto, pero todos irradian un carisma y una personalidad propia que activará, sin ningún esfuerzo, la empatía de un jugador que sabrá en todo momento cómo son esos seres, cómo piensan y por qué actúan. Puede que llegue a clasificarlos en bandos, con sus filias y fobias. El firmante de esta review no puede dejar pasar la ocasión para alabar a Martin Summer, el escritor, de lejos el mejor de todo el plantel. El protagonista principal también está logradísimo: no es un héroe al uso, sus motivaciones rozan lo turbio y es tan antipático y sagaz como Gabriel Knight.
Además, Hotel Dusk hace de la economía de recursos una virtud. El laconismo en las descripciones que conforman el inventario, o de las situaciones descritas, debería ser objeto de estudio para todas aquella compañías grandilocuentes que pretenden decir mucho y se quedan en nada. La gran expresividad de los personajes se ve apoyada y respaldada por un limitado y adecuado repertorio de movimientos; las diversas tonalidades de grises, azules y blancos que conforman sus vestimentas cumplen más eficientemente su labor de transmitir sensaciones melancólicas, tristes o nostálgicas que cualquier farragosa descripción. Música y melodías abundan en grado sumo, pero sólo se utilizan mayormente durante el desarrollo del juego aquellas que tienen sentido para contextualizar situaciones y personajes: así, si se trata de un momento álgido de la trama, la música se ajusta y alcanza cotas aceleradas; si es introspectivo, se vuelve idílica; si tiene que definir a alguien de cobarde o conspicuo, le dedicará las notas precisas para incidir en sus rasgos personales.
Pero lo que de verdad debe loarse en Hotel Dusk es la forma en que sus programadores consiguen potenciar la jugabilidad, desplegado una inabarcable gama de recursos gracias a la excelente interacción que permite la Nintendo DS. La sempiterna libreta del protagonista, desgastado instrumento de gran parte de títulos del género, adquiere aquí una dimensión nueva, convirtiéndose en soporte sobre el cual el jugador pueda añadir o suprimir sus observaciones y notas, sumergiéndole todavía más en la experiencia de juego al hacerle sentir parte del mismo. Los puzzles, algunos de ellos literales, reniegan de complejos esquemas que se resuelven interpretando una frase en latín medieval del siglo quince incluida en un párrafo aislado de un códice que ha costado dios y ayuda encontrar; aquí son tan simples e intuitivos que muchos de ellos pueden ser considerados abiertamente minijuegos: hay pruebas de lógica del estilo “crea tres triángulos desplazando sólo tres cerillas”; pruebas de habilidad, como el campeonato de bolos caseros; simples pasatiempos de unir los puntos... Podrán no tener mucha justificación a ratos, pero es indudable negar su variedad y su originalidad.
Conclusión
Con Hotel Dusk: Room 215, Cing ha puesto tan alto el listón que va tener que exigirse mucho para superarla. Sólo dos títulos en su haber han demostrado que es una compañía integrada por guionistas talentosos y por informáticos muy profesionales. El juego tendrá sus fallos, eso es evidente e inevitable, pero éstos no desvirtúan el magnífico resultado final. Hotel Dusk señala, además, el camino a seguir al resto de empresas del sector y a todos aquellos que conciben retorcidos puzzles con los que tapar hondas carencias. En resumen, Cing demuestra maneras, pero deberá desperezarse de la ingenuidad que rodea a todos sus títulos. Sólo así conseguirá, definitiva y merecidamente, encumbrarse.
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