Cuando hoy hablamos de "aventuras francesas" nos viene ineludiblemente a la retina la imagen de un bonito escenario prerenderizado que podemos mover en 360° con nuestro puntero de ratón, pero hubo un tiempo en el que las aventuras de nuestros vecinos galos gozaban una sana variedad y existía una querencia por mostrar algo nuevo dentro de lo que permiten los estatutos del género. Aunque los resultados podrían ser tan irregulares como lo son ahora, la diversidad que suponía tener a compañías como Coktel, Infogrames o la mismísima Cryo pujando por un trozo del suculento pastel de mercado que era el género aventurero por aquel entonces, hacía que pudiésemos disfrutar de un amplio abanico de propuestas de entre las cuales se puede destacar la trilogía cuya primera parte os comentamos hoy.

Con una concepción que se aleja de los cánones más narrativos y que se podría encuadrar en la vertiente del pasapuzzle, Gobliiins puso la primera piedra de un inesperado éxito que no solo acabó convirtiéndose en trilogía y en nave insignia de la compañía que lo desarrolló, sino que gracias a unos imaginativos planteamientos que bebían en pequeños sorbos de otros géneros como el rol o la estrategia, doto a la aventura gráfica de nuevas ideas que más adelante otros hicieron suyas, y que sirvieron para enriquecer la jugabilidad de otros tantos títulos.

Víctor Martínez ha preparado para vosotros un review de este pequeño clásico del 92 donde desgrana los logros y las faltas de esta primera parte de la trilogía de los duendes, que muchos de vosotros conoceréis sobradamente y otros tantos empezaréis a conocer a partir de ahora.

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