Volvemos pues a ponernos en marcha, echando la vista atrás en el género, pero no muy atrás: A poquísimos días de que Syberia II irrumpa final y definitivamente en nuestras tiendas, os ofrecemos hoy la critica de la que fue la primera aventura rubricada por Benoît Sokal, su ya insigne creador, aclamado con palmas y ramos por un núcleo mayoritario de aventureros entre los que como sabreis no nos encontramos nosotros. Sokal, que hoy ya es un trabajador autónomo e independiente de Microïds, fundó hace unos meses White Birds Productions con otros ex-empleados de la compañía francocanadiense y ya trabaja en nuevos proyectos que sorprendentemente siguen muy en la línea argumental de esta aventura que hoy comentamos y del propio díptico Syberia. Es por eso que si hay algo que se le puede reconocer a Sokal por encima de cualquier otra dote, es el valor por plasmar sus obsesiones en sus creaciones sin importarle lo más mínimo que se le tache de repetitivo (que lo es, dicho sea de paso).

Amerzone, entre el desolador panorama de spin-o-ramas de entonces pasó como uno más, se trataba en realidad un excelente preludio a Syberia, siguiendo un esquema narrativo similar por la base y valedor de los mismos recursos para tratar los temas de fondo. Situada en la fantástica Republica tropical de Amerzone encarnamos a un periodista que ha de culminar la búsqueda que un día un viejo naturalista empezó con otros dos amigos cuyas vidas han terminado por ser determinantes en la historia del país. Una historia como veis que se sirve de una busca odiseica para darle un punto de partida a la historia, como ya lo hizo Syberia, como lo hará Syberia II y como por lo poco que se sabe lo hará Lost Paradise. Pero ahí, evidentemente no se queda la cosa, para conocer todos los detalles, visita el review que José María Meléndez ha escrito para la ocasión.

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