Refrescante anomalía
Título: Jack Keane: Al rescate del Imperio Británico (2007)
Desarrolladora: Deck13 Interactive
Distribuidora: FX Interactive
Lanzamiento: 21 de abril de 2008
Especificaciones (mínimo recomendado): Procesador a 2 GHz | 512 MB de RAM | 1'5 GB de espacio en disco | Tarjeta gráfica de 128 MB (excepto la serie MX de nVidia) | Tarjeta de sonido compatible con DirectX | Lector de DVD | Windows XP o Vista
# Publicado el por Javier Cadenas
Son injustificables tanto los requisitos que pide para funcionar como los enormes tiempos de carga y las considerables ralentizaciones en según qué escenarios. Porque visualmente es un juego bonito, muy colorista y de tonos muy vivos (por cierto, el modelo del Big Ben, justo al inicio de la aventura, es una preciosidad y en nuestra opinión es el conjunto de escenarios con mejor diseño de producción y mejor paleta de colores de todo el juego), con varios detalles que lo separan de los anteriores juegos de la desarrolladora, como son el mucho más trabajado diseño de personajes, aunque sigue siendo irregular, y pequeños detalles que aportan dinamismo al atrezzo, como las nubes de partículas en bastantes lugares o las hojas que caen al pasar por las zonas selváticas, por ejemplo. Eso sí, el acabado visual se ve perjudicado por la carencia de un mínimo antialiasing, de manera que los bordes de prácticamente todos los modelos 3D presentan los llamados dientes de sierra.
Lo más destacable en cuanto a la parte audible del juego, que cuenta con una banda sonora irregular entre tintes épicos y tonadillas cómicas suficientemente nivelada para potenciar los momentos clave pero sin resultar machacona, es un doblaje envidiable. Decir esto de un juego de FX se ha convertido ya en la mayor de las obviedades, pero siempre es adecuado ensalzar esta rara virtud y, de paso, recordarle al resto de las distribuidoras que es posible ofrecer un buen doblaje siempre que se tenga la voluntad de hacerlo. El reparto da las voces protagonistas a Claudio Serrano (la voz de Christian Bale en Batman Begins o la del doctor Shepherd de Anatomía de Grey, Patrick Dempsey) y Conchi López (la doctora Cameron en la archiconocida serie House, Jennifer Morrison), como Jack Keane y Amanda respectivamente, y cuenta con secundarios de la talla de Mar Bordallo (dobladora habitual de Wynona Ryder o Drew Barrymore), Juan Antonio Gálvez (el Fénix del Equipo A, además frecuente en papeles originales de Michael Douglas o Gérard Depardieu), Carlos del Pino (el alcalde Quimby de Los Simpsons o Lucius Malfoy en las películas de la serie Harry Potter), Javier García (Apu, también en Los Simpsons) o Eduardo del Hoyo (el Brian de Runaway 2, o Galen Tyrol en la espectacular revisión de Battlestar Galactica).
Es en el nivel de la jugabilidad donde se pueden encontrar los mayores defectos de Jack Keane. Los puzzles, basados sobre todo en el uso del inventario y en conversaciones, a veces hasta presentan distintas vías de solución, no son un mero lastre para retrasar el avance y su inclusión es natural, y el diseño está tan orientado al entretenimiento como lo está la historia: todo impulso de introducir combinatorias o interminables diarios escritos, por citar dos de las habituales frustraciones con las que algunas desarrolladoras se empeñan en defenestrar el género, queda desterrado de esta aventura. Es posible que los chicos de Deck13 no sean capaces de reprimir el exceso a la hora de hacer referencias a los clásicos del género, pero desde luego queda claro que se están fijando en las aventuras que convirtieron la aventura gráfica en un género interesante y no en lo que compañías como Frogwares tratan de convertirlo. Y se nota también que tienen un bagaje como jugadores, de manera que esperamos que sean conscientes de los defectos que al comienzo de este párrafo decíamos que tiene su última obra, y que sepan remediarlos en la próxima: el sistema de cámaras es incómodo, muchas veces el personaje llega al borde del enfoque antes de que la cámara se mueva lo suficiente para que una segunda orden de movimiento sea fluida; los escenarios están interconectados de manera que para ir del escenario «a» al «d» hay que pasar necesariamente por el «b» y el «c», lo que se podría haber evitado fácilmente si hubieran usado un mapa para moverse de un lugar a otro, como sí hacían las muchas aventuras a las que referencian con tanto ahínco, y se dejan de atajos parciales en momentos concretos igual que hicieron en Ankh; deberían tratar de labrarse un humor propio, menos destilado del de LucasArts. Al margen de todo, y que juzgue el lector si eso esto es bueno o malo o cuál de ellas es útil o innecesaria, las ayudas in-game presentes ya casi de manera perenne en toda aventura de producción alemana (en la práctica, toda aventura) hacen, cómo no, aparición en : un cuaderno de bitácora que resume los objetivos a conseguir y la tecla que revela los objetos con los que se puede interactuar.
Como curiosidad, Deck13 ha incluido un par de extras al juego: el primero y que no tiene mayor implicación es la posibilidad de aplicar un filtro sepia a la aventura, como ocurría en Undercover, pero una vez se ha terminado ya en una ocasión; el segundo, y éste supone realizar una serie de acciones secretas (o no muy secretas) mientras jugamos a la aventura, como recoger, combinar o usar determinados objetos en ciertos lugares o conseguir sortear un mismo obstáculo de distintas maneras, para poder desbloquearlo, es una galería de figuras de cera de los personajes de la historia y una bonita descripción de cada uno.
Conclusión
Jack Keane: Al rescate del Imperio Británico es una aventura notable, con la única pretensión de entretener al que echa mano de ella, que deja patente una vez más la afición de Deck13 por el género que desarrollan y su habilidad para plantear diseños que se asemejen a aquellos que han engrandecido el género. No está exenta de errores, no es una aventura memorable que perdurará en la memoria colectiva de los jugadores, pero cumple sus propias expectativas y entretiene de una manera que está injustamente desterrada por patanes e ignorante metidos a developers. Una manera que, afortunadamente, puede repuntar en un futuro no muy lejano.
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