Superman vikingo
Título: Thorgal: La Maldicion de Odín (2002)
Desarrolladora: Cryo Interactive Entertainment
Distribuidora: Virgin Interactive Entertainment
Lanzamiento: 14 de julio de 2003
Especificaciones (mínimo recomendado):
# Publicado el por Paco García
Si os soy sincero, uno no sabe como pronunciarse en cuanto a tema puzzles en lo referente a Thorgal. El juego está particularmente escaso en este aspecto, no porque sean malos si no porque apenas hay. Esto, sumado a que un buen numero de ellos habrán de realizarse con un tiempo límite, aumenta ésta impresión de insuficiencia. La linealidad absoluta del juego no hace más que empeorar este aspecto y aunque esto en esta ocasión no es una pega al evaluar el ritmo del juego, pues al solo tener un enigma que resolver la solución al mismo solo pasa por lo que podamos hacer en ese determinado momento y dado que no suelen ser excesivamente complejos el desarrollo no se verá perjudicado, si que lo es a la hora de poner a la aventura la etiqueta de ‘divertida’.
Yo me atrevería a decir que el patrón con el que parece estar dibujada la aventura, guardando las generosas distancias, es la más típica pauta 'sierresca'. Me explico: En Thorgal veremos los llamados 'puzzles de habilidad', contrarrelojes, un pelín de arcade y muertes por doquier, pero eso sí, todo ello medianamente bien integrado dentro del desarrollo y con bastante gracia. De hecho, nunca pensé que diría esto pero la contrarreloj del final (no digo más), ayuda a subir la tensión de una manera que hay que reconocer que el recurso está fantásticamente empleado. Aunque como digo, aún queda bastante para igualar a las supuestas fuentes de inspiración. No está exenta la aventura de los clásicos puzzles a la francesa: esas combinatorias que tanta lata suelen dar, estarán presentes aunque con matices; ya también están bien encajadas en el juego y siempre hay alguna que otra pista que convertirá lo que podía ser una experiencia tediosa en algo entretenido. No dejo de decir que este tipo de cosas se meten en una aventura para alargarla, pero como tampoco se abusa y se emplea con cierta diligencia e incluso con su puntito de novedad (hay un puzzle 3D en el que hay que recomponer una estatuilla de un dragón bastante singular amén de entretenido) no me ensaño sino que aplaudo (aunque no apabullantemente que también hay una jodienda en la nave espacial –si, si hay una nave espacial- que aunque una vez cogido el truco es más simple que el mecanismo de un botijo, lleva su tiempo encontrar la conclusión).
Pero no os llevéis a engaño, Thorgal da una de cal y otra de arena. La aventura de Cryo adolece de un par de defectos que distan bastante de ser disculpables. El primero y más grave es el píxel-hunting: Las limitaciones técnicas de 'Thorgal: La Maldición de Odín' (en las que incidiremos después) hacen que para disimular, los personajes sean pequeños respecto al escenario, pero esto supone dos problemas, el primero que se tarde más en recorrerlos, que en fin, no llega al tedio de Syberia o Simon The Sorcerer pero aunque el personaje corra con el doble clic es algo incomodo, y segundo y más importante es el hecho de que los objetos merman en relación, claro está, al tamaño del protagonista. Esto hace especialmente complicado encontrar algunos de ellos pues a veces además de pequeños están camuflados. Aparte, el sistema de ‘puntos calientes’ del juego no es pasar por encima del objeto y que aparezca el nombre, sino que este adopta otra tonalidad, se ilumina sutilmente. Generalmente suele funcionar pero hay veces que ni con esas uno es capaz de discernir los pocos objetos que hay para recoger, estará pues la sensación de 'caza del píxel' muy presente a lo largo de toda la extensión del juego.
Luego tenemos la escasa extensión de la aventura. No es que sea algo por lo que yo particularmente me desviva, pero hay que recalcar que la historia, la ambientación y el tirón del personaje podría haber dado bastante más de sí, si a esto lo unimos al hecho de que en los tiempos que corren los jugadores están deseosos de aventuras precisamente de este estilo que les horas y horas de diversión, es probable que la aventura sepa a poco y no podemos pasar por alto este detalle. Bien es cierto que el rato que pasemos dedicados a una aventura es algo bastante subjetivo, dependiente de factores de lo más variopintos donde es importante la experiencia y pericia del jugador en cuestión, es algo relativo. Y en Thorgal lo es más aún pues aparte de estar constantemente amenazados por la Parca, existe el factor suerte, pues en determinado momento habremos de jugar una partida de una especie de subjuego de runas (bastante entretenido, por cierto) que puede alargar hasta puntos insospechados la extensión.
Otra carencia bastante significativa reside en el aspecto gráfico. No, no, no me contradigo, el parte del juego es excepcional, pero solo en lo referente a escenarios. Los personajes, sin ser algo especialmente indigno, son bastante pobres para una época donde el fotorrealismo está cada vez más cerca. Aunque el juego está desarrollado desde hace bastante tiempo (el asunto Cryo ha sido un elemento determinante para que esta y otras producciones hayan retrasado su fecha de lanzamiento) no deja de ser llamativo que los muñecos contrasten tanto en calidad con los primorosos escenarios de la aventura que han sido tratados delicadamente para que difieran lo menos posible de los ambientes del cómic. Pero en fin, lo que se pierde en espectacularidad se gana en ahorro de requisitos del sistema y gracias a esto Thorgal podrá ser disfrutado por más gente.
El juego está subtitulado al español, que no doblado, lo que se podría calificar de handycap pero dada la pésima translación idiomática que se ha venido haciendo a causa de querer economizar en doblaje últimamente, podemos incluso congratularnos por poder disfrutar del texto integro. El aspecto sonoro no tiene macula alguna, la banda sonora, aunque con pocos temas, sobrepasa con creces los ambientes anodinos de otras creaciones contemporáneas y el tema principal, epicentro del resto de músicas, que entremezcla ritmos celtas con música medieval y polifonías épicas es merecedor de halagos y agasajos.
Podría decirse que Thorgal es una aventura gráfica más ovalada que redonda, pero desde luego no tan cuadriculada como otras paisanas suyas y desde luego muy susceptible de ser jugada. Una vitalizadora curva ascendente en la dinámica francesa.
Conclusión
Thorgal: La Maldición de Odín, es, yo diría, el punto de encuentro de la concepción gala de la aventura con las más antiguas nociones, una mixtura que resucita los ideales más arraigados de las sagas 'Quest' (no en vano y ojo con la casualidad, en otros países este juego tiene por nombre 'Thorgal Quest') adaptándolos a la actualidad con más buen tino que otra cosa, aunque eso sí, dentro de sus no pocos límites. Recomendable para los buenos aventureros que quieran pasar un rato agradable disfrutando de una historia más que aceptable y nada más.
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