Simón dice...
Título: Simon the Sorcerer (1993)
Desarrolladora: Adventure Soft
Distribuidora: Erbe Software
Lanzamiento: 1993
Especificaciones (mínimo recomendado):
# Publicado el por Facundo Ortiz
Introducción
Frente al creciente pastel de aventuras gráficas que se estaba cocinando en 1993, repartido casi por entero entre Lucas y Sierra, algunas compañías decidieron reunir fuerzas y añadir sus propias obras a la lista de títulos que iban apareciendo en esta época dorada del género. Así surgieron por ejemplo Innocent Until Caught de Psygnosis, o Shadow of the Comet de Infogrames. Y una humilde desarrolladora británica llamada Adventure Soft lanzaba el Simon the Sorcerer, primera entrega de una saga que llegaría a tres partes (la última de ellas en el 2002).
Junto con una marcada inspiración de las aventuras creadas por los dos titanes que dominaban el sector, esta aventura se nutre desmedidamente de la saga literaria Mundodisco (cuyas adaptaciones no se habían hecho todavía), produciendo así una aventura de corte fantástico llena de un humor ácido y satírico que nos pone en las botas de un protagonista de nobleza más que dudosa.
Argumento
Aburrido de estar en su habitación sin hacer nada productivo, un adolescente de tendencias sádicas llamado Simon decide buscar a Chippy, el perro que le regalaron por su doceavo cumpleaños, para torturarlo y divertirse un rato. Lo encuentra en el desván, trasteando con un viejo baúl. Movido por la curiosidad, nuestro joven amigo abre el cofre y encuentra un antiguo libro en su interior. Involuntariamente, Simon activa con él la apertura de un portal mágico, que Chippy atraviesa tranquilamente. Sin comprender realmente lo que ocurre, el adolescente se mete dentro a explorar, y es transportado a un mundo mágico poblado por enanos, trolls, y más criaturas propias de todo relato fantástico. Capturado por unas malvadas y hambrientas criaturas, la aventura de Simon terminaría en una cacerola si no fuera porque su fiel perro le salva a último momento y lo conduce a la casa de un pueblo cercano. Allí Simon encuentra una nota pegada en la nevera que le informa de lo ocurrido: Calypso, el propietario de la casa, es un mago que ha sido capturado por el malvado brujo Sórdido, y se encuentra retenido en el castillo de tal villano. Su única esperanza reside en Simon, y le pide que se reúna con los sabios hechiceros de la taberna local, quienes sabrán ayudarle en su búsqueda para liberar a Calypso. Movido por el deseo de salir de aquel mundo absurdo, más que por el de realizar heroicidades, Simon se pone en marcha.
Comentario
Así están las cosas al empezar, y es inevitable no sentir una cierta sensación de dejavu cuando al reunirnos con los magos (que resultan ser unos impresentables), estos nos ponen en la tesitura de conseguirles un objeto mágico, para así poder convertirnos en magos oficiales. Sólo faltaría que Simon fuera por los alrededores diciéndole a sus habitantes: “¡Quiero ser un mago!”. Y este comienzo no es el único indicio que nos insta a ver cuánto bebe esta aventura de Monkey Island y de otros títulos de Lucasarts.
La interfaz del juego es un calco del famoso sistema SCUMM, con distintas acciones entre las que seleccionar, como son Coger, Abrir, Cerrar, Dar, etc… incluyendo las curiosas “Vestir” y “Comer”, pero aunque llamen la atención, acaban quedando en eso, simples curiosidades, puesto que apenas haremos uso de ellas en el transcurso de la aventura. Al que más recurriremos sin atisbo de duda será al de “Ir a”, porque amigos míos, iremos a muchos sitios, y añoraremos la velocidad a la que nos desplazábamos en los escenarios de Monkey Island.
Nos encontramos en un juego con un extenso mapeado formado por bosques laberínticos, húmedos pantanos, montañas escarpadas, y verdes planicies interminables. A los chicos de Adventure Soft debió de gustarles el componente de exploración del Legend of Kyrandia y decidieron incluirlo en su juego. Cierto es que a diferencia del ejemplo de Westwood, contaremos con un mapa, pero cuyas localizaciones irán desbloqueándose únicamente cuando las hayamos visitado a pie. Todavía estamos en 1993, así que podemos olvidarnos del doble-clic para llegar rápidamente al otro extremo del escenario. Deberemos recorrernos bellos paisajes coloridos de punta a punta, y en varios de ellos nos desesperaremos moviendo el cursor alrededor buscando algo con lo que interactuar. A los detractores que acusan a Syberia de contener escenarios vacíos frustrantes, habría que contestarles: ¡Syberia no fue el primero!
Cabe añadir que aún cuando lo hayamos visto todo, el mapa seguirá sin proporcionarnos el servicio que de él esperamos, dado que algunas zonas clave no quedarán marcadas. Tendremos que apearnos en la parada más cercana, y continuar desde allí.
Hay que mencionar en este punto la banda sonora, nuestra gran amiga durante todos estos largos paseos. La melodía principal, que oiremos mientras damos vueltas y vueltas entre los árboles es simplona pero pegadiza, lo que no quita que acabaremos bastante hartos de escucharla durante horas. Los otros temas musicales no son especialmente llamativos, pero cumplen su función de agradar al oído mientras realizamos las inenarrables caminatas.
La versión CD del juego contó además con un buen doblaje, liderado por Chris Barrie en el papel de Simon, quien participó en “Spitting Image”, programa televisivo del cual salieron a su vez algunos actores de doblaje de la saga Discworld. ¿Mera coincidencia?
En cuanto al argumento, como puede atisbarse al primer vistazo, es realmente simple, pero la clave del guión no reside tanto en la trama principal, como en los personajes o situaciones en las que se verá envuelto el protagonista para llegar a sus fines. Nos encontraremos con dragones resfriados, gusanos políticos que hablan, y parodias de todo tipo de cuentos populares del género fantástico: como el de las tres cabras que quieren cruzar el puente custodiado por un troll, que en este caso, se pone en huelga para no acabar como siempre en el río, o referencias a personajes famosos como Gollum, de El Señor de los anillos.
La parte humorística no está tan bien lograda como si lo estaría en sus secuelas, pero el protagonista da ya indicios de lo que posteriormente llegaría al extremo. Simon se vale de todas las tretas para conseguir sus fines, desde engañar a pobres excavadores inocentes para que se desplacen a otras zonas, ayudar a un leñador a que pueda talar los árboles mágicos del bosque, o incluso cortarle la barba a un enano dormido para poder disfrazarse con ella. Simon es un irresponsable y egoísta adolescente a quien no le importa en lo más mínimo lo que le pase a las personas o criaturas que le rodean. Casi podría llegar a decirse que estamos ante un personaje amoral y sin escrúpulos, cínico y manipulador, muy distinto del halo de ingenuidad y bondad que acompaña a los personajes de otras aventuras, como Guybrush o el Rey Graham.
Por otra parte, el juego peca de un fallo de diseño bastante importante, y es que después de hablar con los magos de la taberna, no se nos da más referencias de qué hacer. Tenemos un inmenso mundo a nuestra disposición, sabiendo que tenemos que encontrar un báculo mágico, pero sin pistas de ningún tipo. Así que estaremos deambulando sin rumbo, recolectando todos los objetos que podamos, conversando con los seres que se crucen en nuestro camino, y muchas veces acabaremos haciendo cosas sin saber realmente porqué las hacemos. Esto añade una gran dificultad a la hora de resolver varios puzzles. Como buenos aventureros, ayudaremos a cualquier personaje que nos necesite y nos ofrezca otra cosa a cambio, sabiendo que pronto necesitaremos ese otro objeto desesperadamente. Poco a poco iremos encontrando pequeñas metas que resolver, y hacia el final del juego, todo irá volviéndose más lineal y comprensible.
Sólo queda hablar del aspecto visual del juego. Simon the Sorcerer cuenta con bonitos escenarios muy coloristas, con personajes caricaturescos y con unas animaciones bastante simples. Este juego sería un deleite para los ojos… si se hubiera hecho unos años atrás. Pero recordemos el momento en el que salió a la venta. Hablamos del año exacto en que vieron la luz Sam and Max, y Day of the Tentacle, y por muy simpático que este Simon pueda llegar a ser, poco tiene que hacer contra sus competidores. El mismo protagonista, aparte de ser una masa compuesta de tres o cuatro píxeles, es un calco de Guybrush, pero con sombrero.
Conclusión
Adelantándose a Perfect Entertainment con un videojuego que parodia los cuentos y relatos fantásticos de goblins y orcos, Adventure Soft hizo una aventura que se sostiene débilmente por su apartado humorístico, concentrado en mayor parte en su protagonista, y en los diversos personajes con los que se relaciona.
Es una aventura decente y entretenida en varios momentos, pero con ciertos aspectos intrínsecos en ella que pueden llegar a hacer la experiencia muy frustrante. Con estos pasos inciertos tuvo su primera aventura Simon, a quien volveríamos a encontrarnos en su secuela, mucho mejor perfilada.
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