Manual de diseño
Título: Leisure Suit Larry 6: Shape up or Slip Out! (1994)
Desarrolladora: Sierra On-Line
Distribuidora: Erbe Software
Lanzamiento: Descatalogado
Especificaciones (mínimo recomendado):
# Publicado el por José María Meléndez
Por supuesto, este método de diseño no debería monopolizar el género, desde luego. Pero sí que muchas aventuras de reciente factura deberían de adoptar en pequeñas dosis sin perder su naturaleza para agilizarlas y hacerlas más entretenidas. Hoy en día, no por nuestra culpa, nos hemos acostumbrado a ir del punto A al B para ser recompensados por una bonita cutscene de impecable factura y tener la sensación de estar en un eterno loop jugable hasta que conseguimos acceder a los créditos finales del juego. “Leisure Suit Larry 6” no peca de ello, es por esto que estamos ante uno de las aventuras con una jugabilidad a prueba de bombas y redonda, perfecta en este aspecto.
Existen dos versiones de la sexta puesta en escena de la saga. La primera salió al mercado en el año 1993 en su versión diskette y de pixelados gráficos en VGA que nos llegó traducida a nuestro idioma gracias a Erbe, en una por cierto, muy buena traducción que intentaba salir al paso con éxito de los intraducibles juegos de palabras y guiños autóctonos. Sin embargo, la versión que nos ocupa en este análisis es la reedición en CD del año siguiente, esta vez con el modo SVGA, voces y en ocasiones (tema principal de los créditos y el tema “Cell Block Love” que canta Burgundy en el bar) música digital. Esta versión desgraciadamente, y como ocurrió con las versiones CD de “Space Quest IV”, “King´s Quest V” o “King´s Quest VI” no estuvo localizada a nuestro idioma, no obstante cuestión de un par de años, nuestro compañero Gabriel Sanmartín subsanó este problema con la realización de un parche que podeis encontrar en la sección Insider de esta misma web.
Obviamente, es esta última versión la que debe recomendarse, no sólo por por una mayor nitidez en la calidad visual que hacía que ese collage formado por perspectivas extrañas, dibujos realizados a mano y fotografías se apreciara en su version floppy como algo brusco y en ocasiones grotesco (los pasillos del hotel), sino por su excelente doblaje, repleto de actores altamente competentes de los cuales se llevan la palma los dos papeles principales, el de Larry Laffer (Jan Robson) y sobretodo el narrador, Neil Ross, que tras colaboraciones en multitud de series de animación y en filmes de Joe Dante, se ha convertido algo así como en una presencia inamovible en cualquier cast de juego de éxito, más o menos como un Tomás Rubio, pero esta vez, con talento. Resaltamos el papel del narrador ya que por primera vez en la saga, éste toma un rol de mucha más relevancia, siendo algo más que el encargado de describir cada objeto o personaje e involucrándose dialécticamente con Larry. Tal es la maestría con la que está realizada la complicidad narrador-larry (y por ende, jugador) que en ocasiones resulta más placentero quedarse a peinar toda la pantalla examinando cualquier objeto en busca del gag, la humillación a la que somete el narrador a Larry o simplemente observar un diálogo entre los que parecen ser dos viejos conocidos, que en seguir el fluidísimo desarrollo del juego.
Y ya que hablamos de gags y humor y conociendo el sentido del mismo en anteriores entragas que gasta el entrañable Lowe, huelga decir que encontraremos más de lo mismo. Corregido y aumentado, ya que al no ceñirse a una trama más o menos seria (por muy paródica que fuera) como en “Passionate Patti in Pursuit of The Pulsating Pectorals”, hay vía libre para colar cualquier broma básicamente en todos los lugares y en cualquier punto del inexistente argumento. Y los hay de todos tipos, desde los juegos de equívocos (excelente el gag sobre David Letterman), los juegos de palabras que desgraciadamente se pierden con la traducción, el ya clásico humor camionero digno del Bob Clark más gamberro (la escena de la playa con Shablee), las contínuas referencias al miembro viril y ya para redondear la función, lo absurdo y delirante (los inteligibles chistes de un sosías de Ken Williams que encontraremos en la piscina, sólo eso sí, en la versión CD doblada).
Antes de acabar el análisis, querríamos destruir un mito que ha acompañado a la saga desde que comenzó: no son juegos machistas. Uno se pregunta de dónde surgió tan magna estupidez, tal vez esas voces se quedaron con el primitivo y rudo (pero humano) objetivo: ligar como un descosido neandertal a toda costa. Curiosamente, las chicas de los “Leisure Suit Larries” no son siliconadas rubias de encefalograma plano situadas en el escenario como si de (mujeres) florero se tratasen, sino triunfadoras, independientes, mujeres que han cumplido sus objetivos en la vida y que se permiten el lujo de ser diosas inalcanzables. Tal así están descritas que uno se pregunta a veces si Al Lowe (y haciendo una regla de tres con esa teoría machista) no peca de lo contrario, de feminista. Sobretodo cuando son presentadas así y bien dibujadas, totalmente opuestas a las caricaturas, parodias (tanto en personalidad como representación) y cargadas de tópicos, figuras masculinas. Para nada, estamos hablando de una comedia absurda, un “todovale” que desgraciadamente aquellos que no la entienden (como si costara algo), no la saborearán en todo su esplendor.
Conclusión
Muy pocas veces se ha visto en nuestros monitores un personaje tan deliciosamente escrito y entrañable como Larry Laffer, y muy pocas veces toda la plantilla de Aventura y Cía hemos estado tan unánimemente de acuerdo en otorgar nuestra máxima puntuación a una aventura que creemos redonda, perfecta, sin ningún tipo de fisuras. “Leisure Suit Larry 6: Shape Up or Slip Out!” merecería ser estudiada, analizada y diseccionada con todas las de la ley más allá de este humilde análisis que os ofrecemos. Estamos, sin ningún tipo de duda ante la obra maestra de un genio, que rivaliza sólo con el corregidísimo y aumentadísimo “Leisure Suit Larry 7: Love For Sail!”. De paso recomendamos a aquellos que recientemente han sufrido en sus carnes el despreciable “Magna Cum Laude” que revisionen este clásico para notar la obvia diferencia entre un maestro que conoce todos los mecanismos del (más gamberro) humor y un escritorcillo con exceso de hormonas.
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