Introducción

La tercera temporada de Sam y Max no había aún llegado a su fin cuando Telltale desveló sus próximos trabajos, Regreso al futuro y Parque jurásico, un par de juegos (episódicos, cómo no) fruto del acuerdo suscrito con la productora Universal. Si del segundo aún no se tienen noticias (y genera muchas especulaciones), del primero, que se estrena en el año del 25 aniversario del filme original, lo sabemos ya todo. Que será ambicioso en la medida en que puede serlo una producción Telltale, que estará cuidado hasta el extremo de contar con Christopher Lloyd y Bob Gale, el co-autor de la trilogía (junto con Robert Zemeckis) reconvertido en asesor para la trama, que durante cinco meses estaremos en vilo disfrutando de las andanzas de «Doc» Emmett Brown y Marty McFly.

Regreso al futuro supone un paso adelante antes que un capricho mitómano. Y un riesgo también, si no viene acompañado de una identidad propia y de unas ideas meridianamente claras. Riesgo que, a tenor del episodio piloto, no sólo no es asunto menor, como expondremos a continuación, sino que es hecho determinante.

Argumento

Seis meses han pasado desde que Emmett Brown desapareciera sin dejar rastro. La vida en Hill Valley no ha sufrido mayores trastornos que los del normal paso del tiempo (un acontecimiento tras los últimos sobresaltos). Tanto es así que Brown, oficialmente defenestrado, se ha convertido en un deudor y moroso que debe a la hacienda pública una elevada suma de dinero. Es precisamente en el embargo de sus bienes donde todo cambia drásticamente: allí, el adolescente Marty McFly, único miembro de la comunidad en posesión del secreto del doctor Brown, logrará rescatar el trascendental cuaderno de notas del científico despistado, un vademécum de años de investigación sobre el Delorean, la máquina del tiempo con motor de fluzo.

Gracias a una paradoja temporal, Marty se volverá a encontrar inmerso en un descabellado viaje a través de tiempo en el que tendrá que volver a salvar la vida (como ya hiciera en 1885) a su amigo y confidente Emmett Brown. Como se supondrá, las cosas no serán nada sencillas, pues Brown (ahora Carl Sagan) ha sido acusado, en el 1931 del gangsterismo y la ley seca, de haber atentado contra un speakeasy (un bar clandestino), acto de enorme valentía que le granjeará la automática simpatía de la intrépida reportera Edna Strickland. La heroicidad tendrá consecuencias fatales: si Marty no se apresura, Doc morirá asesinado en el plazo de pocas horas por los hombres del mafioso local, Kid Tannen. Pero claro, apresurarse equivaldrá a encontrarse con su abuelo Arthur, con un jovencísimo Emmett Brown y con toda una serie de personajes que podrían cambiar el continuo espacio-tiempo. Con consecuencias catastróficas para 1986…

Comentario

Telltale ya nos tiene acostumbrados a que sus juegos empiecen de manera épica. Con It's About Time, nombre del primer episodio de la serie Regreso al futuro, tampoco defraudan: cuando los acordes de la partitura original de Alan Silvestri suenan y arranca el impresionante prólogo-tutorial que remite a uno de los momentos cumbre de la primera película, la piel de los más nostálgicos se pone de gallina.

Precisamente, en este episodio el apartado sonoro brilla más que los chispazos del Delorean. Es una delicia escuchar el trabajo de doblaje de los actores involucrados, muy especialmente el de Christopher Lloyd, el hijo pródigo que vuelve al género (tras Toonstruck), el único del plantel original que se ha dejado oír aún (James Tolkan, que interpretaba al director Strickland, podría tener un próximo papel). El resto del reparto, compuesto por varios y buenos especialistas en el doblaje de videojuegos, no desentona, a pesar de que no sea capaz de rivalizar en entusiasmo y pasión con Lloyd. Las piezas musicales, tanto clásicas como arregladas o preparadas para la ocasión, son potentes: Jared Emerson-Johnson demuestra otra vez su virtuosismo y su versatilidad.

El estilo cartoon de los personajes es digno de verse. La papeleta de Telltale era complicada, pues debía exigir al jugador que identificara a sus referentes de carne y hueso con sus homólogos «dibujados», pero la solventa satisfactoriamente en casi todos los casos: Crispin Glover hubiese exudado una mayor personalidad como trasunto digital de George McFly que el anodino Jeffrey Weissman, a pesar de su rol en las dos últimas películas. El personaje de nuevo cuño, Edna Strickland, de la que se espera mucho en venideros capítulos (entre otras razones porque seguramente será eje de nuevas tramas), también está bien trazado, tanto en su fisionomía como en su personalidad. Incluso los extras no dan esa impresión tan habitual de partir de un mismo molde común. El problema, que lo hay, reside en las inexpresivas animaciones, privadas del proverbial gracejo y desparpajo marca de la casa, que afectan a la citada épica desde el inicio del episodio.

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