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Leve desliz

Título: Wallace & Gromit's Grand Adventures: Episode 2 - The Last Resort (2009)

Desarrolladora: Telltale Games

Distribuidora: Telltale Games

Lanzamiento: 5 de mayo de 2009

Especificaciones (mínimo recomendado): Procesador a 2 GHz o superior | 512 MB de RAM | 290 MB de espacio en disco | Tarjeta gráfica de 64 MB compatible con DirectX 8.1 | Tarjeta de sonido compatible con DirectX 8.1 | DirectX 9.0c o superior | Windows XP o Vista

# Publicado el por Gaspar Ruiz 0

Introducción

Telltale decidió tomarse un mes de reposo entre el primer y segundo capítulo de Wallace & Gromit’s Grand Adventures. The Last Resort, el episodio dedicado, precisamente, a las atropelladas vacaciones del inventor y su mascota, vio la luz el cinco de mayo pasado, sin terminar de ser la chispa de excelencia que se esperaba del sucesor de Fright of the Bumblebees. Lo que sí ha acabado siendo esta dignísima aventura es un nuevo pretexto para seguir dinamitando, con una mayor contundencia si cabe, las convenciones sociales británicas con humor e ironía.

Argumento

Un repentino chaparrón fastidiaría los planes playeros de cualquiera que no fuese Wallace; lejos de dejarse amedrentar por este imprevisto, el inventor idea una manera de llevar la playa al sótano de su casa.

Su resort, el Mundo Acuático de West Wallaby Street, no tardará en afrontar los inesperados problemas derivados de su impetuosa decisión. El descontento de los clientes por un servicio insatisfactorio parece indudablemente menor comparado con la encuesta policial que se abre tras la agresión al rudo Duncan McBiscuit.

Alguien ha aporreado al escocés y quiere quedar impune. Sospechosos y móviles hay por doquier. ¿El responsable del ataque habrá sido el obsesivo mayor Crum, cuya fijación por los espías extranjeros roza ya la paranoia? ¿O quizás la cándida Edwina Gabberley, poco amiga de los malos modos exhibidos por el tosco McBiscuit? ¿O a lo mejor es el señor Paneer quien oculta instintos criminales bajo su temple relajado y calculador de tendero? Sólo el agente Dibbins, ayudado por Gromit, Wallace y el último cachivache de su invención, el Deduct-O-Matic, tiene la llave del enigma…

Comentario

The Last Resort es, a todos los efectos, una prolongación ligeramente inferior de Fright of the Bumblebees: se observa un buen hacer general en todas sus líneas, pero se le computan algunos fallos que provocan una cierta estupefacción. Estos errores, ya intuidos en el anterior capítulo, deberían haberse pulido. Si no ha sido así es porque deben de ser considerados irrelevantes por Telltale.

Mantenerlos no implica necesariamente descuido o pereza por su parte, pues es verdad que son triviales, y más molestos que graves. Las cámaras imposibles, o la extrañeza de ciertas transiciones entre escenas, son el lógico resultado del empeño por hacer un juego cinematográfico. La imitación en la estructura de puzzles de Fright of the Bumblebees responde más bien a la meditada y arriesgada decisión de relacionar a un personaje con una circunstancia concreta; arriesgada porque termina por repercutir en la variedad deseable en toda aventura episódica que se precie. Además, existen fallos anecdóticos que bloquean el juego al tratar de abrir el menú durante un primer plano (si bien, como obviamente se supondrá, su importancia es venial). Al final, sólo la traducción al castellano acaba chirriando verdaderamente.

Si la traducción ya suscitaba recelos en el primer capítulo, aquí se revela como un completo desastre desde el mismo momento en que se comprueba que «The Last Resort» ha sido traducido como «El último recurso». Los subtítulos se destapan como interpretaciones literales de los abundantes giros o frases hechas inglesas, antes que como adaptaciones de los diálogos. Se producen así conversaciones imposibles, que desmiente el oído agudo: Paneer, por ejemplo, le confesará a Wallace no estar preparado para «ver» el castillo de arena que ha creado, cuando está queriéndole decir que aún no puede mostrárselo. Además, muchos de los rótulos no son siquiera correctos ortográficamente. A pesar de todo, The Last Resort va a ser entendido por quien no sepa inglés igual de bien que el episodio anterior.

Los diálogos y los escenarios siguen incidiendo en las pistas con maestría. Esta vez, las manías y aficiones de los personajes sirven para construir una cierta personalidad que, aún siendo muy estereotipada, es más profunda que en Fright of the Bumblebees, quizás por el simple hecho de que los vecinos de Wallace y Gromit ya no requieren presentación previa. Los nuevos, el escocés Duncan McBiscuit, y los perritos Poodgie-Woo y Tinkie-Wee, son poco carismáticos, aunque se percibe el potencial de McBiscuit en capítulos venideros.

Este escaso carisma de las nuevas incorporaciones es determinante en el desarrollo del capítulo y es lo que lo separa de su predecesor. Fragmentar en episodios mensuales una serie exige tener no sólo que dotar de una entidad particular a cada uno de ellos, sino también de alicientes atractivos al jugador. La decisión de que dos cachorritos de competición sean los villanos de esta historia, y que agredan, prácticamente al final de la misma, a un gamberro maleducado, difícilmente puede comprenderse más allá del carácter doméstico que preside las tramas de Wallace & Gromit’s Grand Adventures. Dado que los perros y el escocés no gozan del suficiente empaque, la articulación de la trama termina por resultar un tanto difusa. Los cuatro actos bien definidos de The Last Resort (cinco si contamos el prólogo) parecen más sketches aislados con un débil hilo conductor; el guión da la impresión de ser una acumulación paródica de escenas costumbristas inglesas, antes que una historia propiamente dicha. Sólo la reconstrucción del crimen a lo Agatha Christie, en el tercer acto, centro neurálgico del argumento, posee el carácter suficiente para despertar algún entusiasmo que vaya más allá de los buenos puzzles insertados. El clímax con el que se pretende llegar a la investigación policial casa mal con la duración del episodio: para lograr lo que Telltale ambicionaba hubiera sido necesario hacer un capítulo aún más largo en el que se tratasen, detenidamente, todos y cada uno de los elementos en consideración.

El gusto por los detalles es, no obstante, mayor que en su hermano mayor. Las animaciones son dignas de alabanza (especialmente en los movimientos bucales, perfectamente sincronizados con las palabras), lo que demuestra el nivel técnico alcanzado por la compañía californiana a pesar de las habituales y ostensibles limitaciones de un motor exprimido al máximo. Contemplar la reticencia de Felicity Flitt ante las imposiciones de Duncan McBiscuit, en el umbral de la casa de la mujer, justifica la compra del juego: Flitt se resistirá a los «encantos» del escocés intentando cerrarle la puerta en sus narices, dando así por zanjada su discusión, pero su pretendiente insistirá en sus atenciones a base de poner la mano en la puerta. Los personajes son más que estatuas.

Conclusión

Inferior en varios aspectos a Fright of the Bumblebees, The Last Resort marca la pauta que seguramente seguirá la serie sobre Wallace y Gromit en los restantes capítulos. En el ecuador de la misma, Telltale decide centrarse más en la experimentación técnica y en el cuidado de la puesta en escena, con un escrupuloso respeto por el diseño, que en la corrección de errores o en la construcción de un argumento sólido.

The Last Resort no se caracteriza ya tanto por su evidente solvencia como por su gran habilidad para minimizar el impacto de sus errores.

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