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Insulto a la inteligencia

Título: Another Code: R - Más allá de la memoria (2009)

Desarrolladora: Cing

Distribuidora: Nintendo

Lanzamiento: 26 de junio de 2009

Especificaciones (mínimo recomendado): Nintendo Wii

# Publicado el por Gaspar Ruiz 2

Introducción

Another Code: R - Más allá de la memoria surge, claramente, del éxito de sus «hermanos» en DS: su precuela, Another Code, y Hotel Dusk, un magnífico experimento; dos juegos que, sumados a los de Capcom (saga Phoenix Wright), constituyen el corpus aventurero de mayor interés de la portátil de Nintendo.

Sin embargo, y aunque a rebufo de dicho éxito, el presente título dista mucho, sorprendentemente, de la calidad de sus antecesores, llevándonos a pensar si aquellas aventuras fueron el resultado de una lucidez puntual o justamente lo contrario, que éste es fruto de una escalofriante sequía creativa. Nada que ver entre unos y otro, como nos dispondremos a comprobar.

Eso sí, dado el patrocinio de Nintendo, no será descabellado suponer que volveremos a saber del estudio Cing. Si ya es para bien o para mal, es una historia que merecerá ser contada en otra ocasión.

Argumento

La vida de Ashley Mizuki Robbins cambió drásticamente cuando, tres años atrás, emprendiese la búsqueda de su padre (y de las respuestas a la desaparición de su madre, Sayoko) en la Isla de Blood Edward.

Convertida ahora en una muchachita algo introvertida y solitaria, se ve de nuevo envuelta en una historia que la empuja hacia lo más profundo de su pasado. Al parecer, han aparecido nuevas pistas sobre el destino de su madre difunta que pueden ayudarla a comprender.

Pero para eso tendrá que viajar a un idílico complejo residencial llamado Lake Juliet, donde pronto comprobará que no todo es lo que parece. Ayudada por Matt Crusoe, un niño de trece años también huérfano, cuyo parecido con su amigo fantasma de Blood Edward es más que evidente, decide ponerse en faena y ajustar las cuentas con sus recuerdos. Por muy dolorosos que sean…

Comentario

Ya desde una temprana toma de contacto se percibe que algo no marcha bien en Another Code: R - Más allá de la memoria. El guión parece costumbrista, más centrado en explayarse sobre particularidades sin importancia que sobre detalles fundamentales; los personajes apenas tienen una personalidad definida; las situaciones son de toda clase menos interesantes. De por sí, estos aspectos no suponen ningún problema, y menos en su estado inicial. Acaban siendo problemas imperdonables cuando siguen manifestándose, recalcitrantemente, a lo largo del juego.

La realidad es todavía peor de lo que se supone, pues Another Code: R se esfuerza en ser una «novela interactiva de misterio». Conste que esta afirmación no es, ni mucho menos, capricho del redactor (entre otras cosas, porque viene impresa en la caja), ni sería estrictamente negativa si no fuera falaz: Cing hizo de su anterior Hotel Dusk un experimento pseudo-novelístico, que se jugaba con la Nintendo DS en posición vertical, como si de un libro de detectives se tratara. Aquí, los desarrolladores emplean técnicas narrativas por doquier; Nintendo recalca esta explícita condición del título, contratando, como reclamo publicitario, al escritor de libros policíacos —en el que la compañía ha intentado apoyarse en su decidido intento por intelectualizar el videojuego— Lorenzo Silva. Luego si hacemos caso de todas estas señales que intentan emparentar a Another Code: R con una novela de género, no nos queda más remedio que rendirnos ante la sangrante evidencia de la ineptitud manifiesta del guión.

Los personajes no sólo no evolucionan sino que, a veces, hasta involucionan; la trama, conforme avanza, se hace más anodina y difusa; las conversaciones son interminables e inútiles… Si una historia aspira a tener ciertos componentes misteriosos hay que ofrecer un mínimo suspense al jugador, algún aliciente que luego justifique las sorpresas ante el esperable giro argumental. Aquí no pasa nada de eso: el juego se empeña más en incidir sobre las preocupaciones adolescentes de Ashley, convirtiéndose en un empalagoso ejercicio educativo centrado en la obediencia a los mayores y el respeto cívico por el medioambiente, que en la trama puramente «noir». Al final, nada de lo que pueda hacer o descubrir la pareja protagonista durante su acampada acaba no ya resultando mínimamente interesante, pues el interés brilla por su ausencia desde la contraportada del DVD, sino plausiblemente creíble. Sí, suceden cosas muy graves en Lake Juliet, y se ocultan secretos terribles, pero ¿acaso importan?

Hay que ser verdaderamente un genio para lograr despertar en el jugador tanta indiferencia por el argumento. Los bostezos están a la orden del día, así como las pausas para «el descanso». En Another Code: R hablan, y hablan, y hablan, durante largos minutos, como en los culebrones, y cuando al final callan, uno se pregunta qué han dicho y, sobre todo, para qué. Como muestra, un botón elegido al azar entre tanta espesura: se interpelan Ashley y Richard, padre de la criatura. Él dice: «Ashley, ¿recuerdas Another?». Ella responde: «¡Cómo podría olvidarlo!». Las tornas se invierten, en un golpe de lucidez; ella pregunta: «Papá, ¿recuerdas Another?». Y él: «¡Cómo podría olvidarlo!». Inolvidable diálogo, representativo de tantos otros perpetuados hasta la náusea.

Así, entre tanta conversación inagotable sobre los temas más mundanos, casi siempre auspiciados por árboles de diálogo que subrayan las vergüenzas lineales del juego, y tanta chorrada en su desarrollo, Another Code: R se descalabra estrepitosamente. Y en este descalabro tan culpables son quienes lo han realizado como quienes lo patrocinaron: los unos, ya dijimos, por su contrastada falta de talento en este caso concreto; los otros, porque imponen, claramente, unos «mínimos comunes denominadores» que son marca de fábrica. Que nadie se confunda pensando que la linealidad de Another Code: R es responsabilidad exclusiva de los torpes guionistas: su justificación hay que buscarla en el desenfreno que Nintendo parece tener por hacer juegos cada vez más sencillos, en los que predomine la estética sobre el fondo y en los que, precisamente, el jugador sacrifique su faceta interactiva a favor de su condición de simple espectador. Si esta aventura guía clamorosa e insultantemente a cada instante, dejando escaso margen para la reflexión o la asimilación de las evidencias (lo que repercute, y cómo, en la forma de sucederse los hechos), es por el expreso deseo de una compañía acostumbrada a diseñar juegos para niños y adolescentes. Hasta el último Zelda se ha contagiado de esta burda estrategia. Eso sí, en lo que Cing tiene una gran culpa es en la introducción de pequeños test de resumen al final de cada capítulo. La idea no es mala: lo malo es su ejecución, ya que en estos pequeños fragmentos se tiene la manía de redundar sobre cuestiones que poco o nada tienen que ver con el misterio final.

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Carátula de Another Code: R - Más allá de la memoria

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