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Las fauces de la locura

Título: Penumbra: Black Plague (2008)

Desarrolladora: Frictional Games

Distribuidora: Friendware

Lanzamiento: 22 de febrero de 2008

Especificaciones (mínimo recomendado): Procesador a 1 GHz | 256 MB de RAM | 300 MB de espacio en disco | Tarjeta gráfica Radeon 8500, GeForce3 o superiores (GeForce4MX no soportadas) | Tarjeta de sonido compatible DirectX | DirectX 8 | Windows 2000 o XP (Linux y MAC, consultar en web oficial)

# Publicado el por Borja Vaz 0

Introducción

Un año entero necesitaron los chicos de Frictional Games para completar el siguiente episodio de la saga Penumbra. Resulta un tiempo prolongado para un juego de estas características, y muchos pensaron que la valiente iteración de los diseñadores noveles había encontrado un abrupto final en las fauces de las penalidades presupuestarias. Algo tuvo que pasar, porque la inicial trilogía planeada se resumió en dos episodios, siendo éste que nos ocupa el que iba a dar por terminada la historia de Philip. A la larga esto no resultó cierto, y algunos meses más tarde sacaron un triste envoltorio con los restos bajo el sobrenombre de Requiem. Sin embargo, el pináculo de la experiencia Penumbra se encuentra aquí, tanto desde el punto de vista del argumento como del de la jugabilidad. Se perfecciona todo lo visto en Overture y se innova lo suficiente como para que la experiencia permanezca fresca y novedosa. Y por fin hallaremos respuesta a tantas preguntas que dejó en el aire el anterior episodio.

Argumento

Tras el amargo final de Red, Philip se interna en el misterioso complejo científico, dejando atrás la oscuridad claustrofóbica de la mina. Sus esperanzas de encontrar a alguien con vida no se ven truncadas. Sin embargo no recibe la acogida ideal que había previsto. Noqueado nada más entrar, se despierta en una decrépita habitación con lo que parece un buen dolor de cabeza. Atrapado, indefenso, a cientos de metros bajo tierra, y con una misteriosa plaga que ha convertido a los habitantes del complejo, prestigiosos científicos de reconocimiento mundial, en rapidísimos monstruos depredadores, Philip sigue resuelto a encontrar a su padre. Pero existen factores con los que no ha contado. Philip ha sido infectado con el mismo mal que aqueja a la patética población del complejo. Algo, o alguien, ha anidado en su cabeza. Y quiere tomar el control.

Comentario

Es necesaria una advertencia a los incautos que aterricen en este juego sin haber probado el episodio anterior, Overture. Los episodios son totalmente dependientes a nivel argumental. Se puede acometer Black Plague sin haber jugado al capítulo precedente, pero nos perderemos gran parte del fresco, algo que no merece la pena pese a que al principio del juego Philip recuerda brevemente los hechos que le han llevado hasta el momento de empezar la aventura.

El aspecto técnico del juego es similar al aparecido un año antes. Cuenta con el mismo motor gráfico, si bien parece que se ha optimizado algo más y se le ha añadido algún efecto que no termina de destacar. Sigue siendo un juego muy sobrio y sencillo, y quizás este es el mayor handicap con el que cuenta a la hora de presentarse ante el mercado mainstream. El motor de física, sin embargo, sigue siendo tan espectacular como el visto en Overture. Una piedra angular donde descansan buena parte de los puzzles del juego.

Lo que sí ha cambiado es el acercamiento que se le ha querido dar esta vez a la experiencia Penumbra. No es una mutación radical, sino un refinamiento preciso y muy encomiable. Las características más criticadas del anterior episodio simplemente han desaparecido, posicionándose la ausencia total de combate como la más audaz y acertada. Esto no quiere decir que el complejo científico que exploraremos durante el juego esté desierto. Ni mucho menos. Haciendo referencia al título, está literalmente plagado de monstruos, depredadores espeluznantes y rapidísimos que nos darán caza sin descanso. La gran diferencia estriba en que esta vez no podremos enfrentarnos a ellos. El sigilo, ocultarnos entre las sombras y tratar de no hacer ruido, será el único método para sortearlos. Al eliminar el combate también se ha dejado de lado todo el arsenal con el que se contaba en el primer episodio (picos, martillos) y el inventario esta vez se limita a los elementos para procurarnos luz (linterna, pilas, bengalas), nuestro viejo cuaderno (donde anotaremos las tareas que debemos ir realizando y adjuntaremos los documentos que vayamos encontrando para desentrañar el misterio del complejo) y los diferentes objetos necesarios para progresar en la aventura.

Los peculiares controles siguen estando presentes. Con el ratón deberemos emular de forma contextualizada las acciones que vayamos realizando a lo largo del juego, como abrir puertas, coger objetos, accionar manivelas… Se ha incluido un tutorial muy aséptico y completamente aparte de la historia para familiarizarse con los controles. No es muy imaginativo, pero cumple con su función, si bien algo inútil ya que todo es igual a lo visto en Overture.

La mecánica de los puzzles sigue siendo muy parecida, si bien se expanden las posibilidades gracias a la libertad que concede el arco argumental. Al dejar la mina atrás, Philip se encuentra en un ambiente mucho más moderno, donde tendrá que lidiar con ordenadores, mecanismos de seguridad de tecnología punta (más o menos), fusibles… También nos encontraremos en entornos imposibles y alucinados, algo que nos brinda el aspecto místico que adquiere el juego conforme avanza. Estas fases, marcadamente surrealistas, crean un gran contraste con la mecánica lógica del resto del juego. Resulta imprescindible armarse de paciencia e imaginación para superar el reto, pero cierta torpeza en su diseño puede llegar a ser frustrante. Un claro ejemplo de esto es la primerísima alucinación, cuando nos situamos en el camarote del barco y debemos adecuar la disposición del mobiliario según la impronta de la pared.

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Cuatro estrellas

Penumbra: Black Plague

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