Introducción

Funcom ha necesitado más de dos años de desarrollo para completar esta continuación de la encumbrada The Longest Journey, una aventura que se publicó en una de las etapas más duras para el género, el bienio 2000-2001. La aventura de April Ryan ofrecía muchas horas de juego y largas conversaciones repletas de profundidad dramática para dibujar la historia de una joven predestinada a salvar el Equilibrio existente entre su mundo, Stark, y un universo paralelo para ella desconocido, la mágica tierra de Arcadia. La mezcla de fantasía y ciencia-ficción encandiló a muchos, hasta el punto de que consiguió situarse en su memoria como la preferida de todos los tiempos, pero no fueron pocos los desencantados con un guión rebosante de diálogos superfluos que andaba a camino entre lo novelístico y lo soporífero.

Lo cierto es que a pesar de sus virtudes —la claridad y el buen hacer narrativo, el trabajado trasfondo—, The Longest Journey es una aventura discreta a nivel de diseño de juego que, por lo inusitado de una trama memorable, logró despuntar más que ninguna otra en un contexto que propiciaba la sorpresa fácil, el del auge de Cryo y la proliferación de engendros en primera persona.

Con esta perspectiva, Ragnar Tørnquist —uno de los primeros en sentar la tendencia de elevar la figura del diseñador— se puso a trabajar en una historia que, continuando la primera, no perdiese ni un ápice de calidad narrativa, para plasmarla en este Dreamfall: The Longest Journey y en una tercera parte para la que ya abre las puertas antes de los créditos finales.

En los dos años previos a su lanzamiento, Dreamfall ya dio mucho de que hablar, en parte por las confusas palabras de sus propios desarrolladores, que donde decían digo luego decían Diego y desmentían sus aseveraciones para más tarde volverlas a afirmar a la hora de describir las características de un producto que no quedaba claro qué iba a ser. En esa situación llegó al mercado internacional a principios de año, y dejó muy claro lo que es y lo que no.

Argumento

Tras los misteriosos hechos acaecidos una década atrás y conocidos ahora (y siempre según la cuestionable nueva traducción al castellano de los términos) como el Hundimiento, las puertas de los cielos se cerraron al paso de la raza humana. De pronto, se vieron incapaces de viajar entre las nubes; las colonias espaciales quedaron inaccesibles, la distancia aisló las diferentes zonas del planeta. Y lo más extraño es que nadie parece recordar por qué. Las gentes del avanzado mundo de Stark, primero conmocionadas por una situación que acababa de raíz con una parte importante de su forma de vida, consiguieron reponerse y mirar hacia delante, buscar nuevas formas de comunicarse con los puntos más distantes del mundo y recuperar las comodidades de antaño.

Entretanto, la gran corporación WATIcorp fue escalando hasta encabezar el sector de la robótica y los juguetes animatrónicos, y prepara el anuncio del que será un producto revolucionario que cambiará la vida de todos los habitantes de Stark. «Tus sueños se harán realidad».

El mundo de April Ryan ha cambiado por completo.

En este contexto, Zoë Castillo es una joven que ha perdido el rumbo de su vida; totalmente desganada, se halla incapaz de encontrar un objetivo vital y pasa los días entre el gimnasio y la habitación de su casa en Casablanca. Además, parece ser la única capaz de percibir la causa de la Estática, un fenómeno que está produciendo interferencias en todas las comunicaciones: las imágenes de una extraña presencia infantil que se dirige directamente a ella y reclama su ayuda.

Un día, su antigua pareja le pedirá que le hará un encargo en apariencia inocente, y desde ese momento Zoë se verá involuntariamente implicada en una inmensa conspiración que de nuevo pondrá en peligro la estabilidad de los dos mundos de Stark y Arcadia. Tendrá que encontrar a la única persona capaz de ayudarla: April Ryan.

Comentario

Dreamfall sigue siendo una historia sobre la yuxtaposición de dos mundos, el de Stark y el de Arcadia, aunque se distancia de la fantasía predominante en The Longest Journey y de su alto componente de viaje iniciático para entregar un tratamiento independiente del mismo universo y de algunos de los personajes conocidos. Más enfocada a la ciencia-ficción esperable del mundo de Stark —en especial en los momentos finales, donde adquiere tintes orwellianos y hasta cyberpunk—, entretejida a ratos con el contrapunto maravilloso de la fantasía medieval de conjuros, brujas, pociones y personajes fabulísticos, la historia de Dreamfall ya no muestra en pantalla un vivo reflejo de los pensamientos de April Ryan, sus vicisitudes y sus experiencias, sino que descontextualiza a los tres protagonistas para abordar la historia por la historia en sí.

En este sentido nada es reprochable en Dreamfall. El desarrollo narrativo es soberbio y fascinante, la descripción visual impresionante y la definición de los personajes principales excelente: Zoë recuerda a la inocente joven que fue April Ryan, valiente pero ingenua, que se aventura en una misión que le ha sido encomendada de forma fortuita; April se presenta como una mujer curtida que reniega de su pasado en Stark, mientras encabeza una organización rebelde contra el Imperio Azadi, que tiraniza Arcadia; Kian es un leal apóstol de este imperio opresor cuya misión es precisamente terminar con dicha organización rebelde, haciendo acopio de su fe incondicional en la religión que sirve de apoyo al régimen. Podríamos pensar en ellos como los opuestos que suelen componer las tramas de tintes maniqueos, pero avanzado el juego la evolución es tal que todos comienzan a plantearse sus propias creencias: la confiada Zoë es cada vez más cauta; los extremistas April y Kian se van moderando: ella renuncia poco a poco a su desprecio por el mundo que la vio nacer y él se cuestiona la fe que durante tiempo había cegado sus actos.

El trabajo de caracterización no se aprecia tanto en los secundarios. Tørnquist le ha dado una gran fluidez a la trama utilizando el texto justo sin sacrificar el trasfondo, pero no ha sabido hacerlo aportando al mismo tiempo profundidad a los personajes de apoyo (Cuervo o Brian Westhouse, que tienen papeles concretos, están demasiado desdibujados).

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