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Frenético viaje hacia ninguna parte

Título: Undercover: Operación Wintersun (2007)

Desarrolladora: Sproing

Distribuidora: Planeta DeAgostini Interactive

Lanzamiento: 2 de julio de 2007

Especificaciones (mínimo recomendado):

# Publicado el por Gaspar Ruiz 0

Introducción

Quédese el lector con el nombre de Sproing, patronímico del que es el último recién llegado a nuestro querido y vapuleado género. Se trata de un estudio europeo -austriaco, para más señas- que ha tomado la firme iniciativa de triunfar en este ingrato universo lanzando para la posteridad un título ambientado en la Segunda Guerra Mundial (algo que demuestra, viniendo de quien viene, cómo las heridas históricas de ese conflicto parecen supuradas). Si ya de por sí la empresa es titánica y arriesgada, contenga el lector todavía el aliento, pues el espinoso camino hacia el shankara pretende allanarse con un proyecto en dos frentes: éste que nos ocupa y otro que debería ver la luz en Nintendo DS, ambos interrelacionados por historia y protagonistas. Semejante arrojo y cuajo sólo puede ser saludado por los aficionados como una excelente noticia. ¿O quizás no? Dispóngase el lector a comprobarlo en el presente review, del que quizás llegue a extraer una provechosa moraleja.

Argumento

El físico John Russell es interceptado por la Inteligencia Militar británica para que se desplace al corazón del Reich, el Berlín nazi, y compruebe la autenticidad del críptico proyecto "Operación Wintersun". Según los informes filtrados por los agentes aliados, los científicos alemanes estarían preparando un arma de gran potencia destructora que podría darles la clave para ganar la guerra. Una vez en la boca del lobo, Russell confirma las peores sospechas, los más terribles temores: Alemania lleva una buena ventaja en la carrera atómica gracias a una bomba de uranio, aún en fase experimental. Cuando paladea las mieles del triunfo, absorto en su ensimismamiento profesional, es capturado por un alto oficial de las SS, un tal coronel Von Pressnitz, tangencialmente opuesto a la política de precaución impuesta, en materia nuclear, por el mismísimo Führer. A partir de ese momento empieza su particular cruzada personal por sobrevivir y salvar a la humanidad...

Comentario

Undercover: Operation Wintersun es un juego coherentemente modesto ensombrecido por su precipitación y su previsibilidad. Ya desde el primer contacto con el título queda claro que tiene asumido su condición humilde, como se desprende de sus cumplidores apartados gráfico y sonoro, tan discretos que evitan los excesos y alardes. La negativa a presentarse como algo que no es le hace ganar enteros, pues no es habitual toparse con productos conscientes de su propia naturaleza de juego menor, sin mayores pretensiones que la de entretener un rato. Esa honestidad y la carencia de ambición resultan muy gratificantes al usuario, sabedor desde el mismo preámbulo de lo que va a depararle este Undercover sin lugar para la sorpresa o el sobresalto. Ahora bien, en esa obsesión por no desentonar y agradar, se peca en exceso de falta de imaginación. Una cosa es que se desarrolle conforme a unos esquemas esperados y otra muy distinta, que suceda lo que pasa aquí.

Porque no es posible que, desde la escena inicial, el jugador haya intuido, de un somero vistazo, el papel que cada personaje posee dentro del drama. ¿Qué es lo habitual en una película con espías? El agente doble. ¿Y en una de nazis con científico? ¿Y en una bélica con chica? Pensad tópicamente y acertaréis... Como tampoco lo es que tenga una idea clara del uso de la casi totalidad de objetos del inventario. Admito que es muy de agradecer que exista una cierta lógica en el juego que induzca a deducir qué se emplea y para qué, pero cuando ésta se contamina y acaba derivando en un sucederse de situaciones trilladas y manidas dentro del universo de las aventuras gráficas, el aprecio empieza a ceder su sitio al hastío. ¿Significa eso que el género tiene predilección por unos hechos, escenas o acontecimientos sobre otros? A tenor por lo observado en Undercover, parecería que sí. No es de ningún modo admisible que el jugador tenga a cada instante, con cada movimiento correcto, con cada pasito en la dirección adecuada, una sensación pasmosa de "déjà vu", una convicción de que lo que está realizando ya lo hizo en el pasado, pero con otros personajes... Lo único que eso le demuestra al crecido aficionado es que los chicos de Sproing han jugado mucho -y bien- a algunas referencias del género; algo que no va a reconfortarle ni a mitigar el enfado creciente que va a tener a lo largo y ancho de Undercover. El mundo es una caja de sorpresas, pero el microcosmos de las aventuras gráficas (o al menos de ésta), no.

Puede que en eso influyan las prisas, malas consejeras se mire como se mire. Resulta entristecedor ver los estragos que la precipitación y el ansia por comercializar un producto han hecho en Undercover, máxime cuando se trata de un título al que la narración lenta y el ritmo pausado le vienen como un guante. Verdaderamente, es una pena observar cómo un título que durante dos terceras partes de su desarrollo se ha mantenido coherente y hasta efectivo, se desinfle y desgaste en su último tercio restante y en su abrupto final, quintaesencia del despropósito provocada por una aceleración perniciosa e incomprensiblemente imprimida. ¿Era realmente necesario meter el turbo y resolver todo el tinglado de "esa manera", sobre todo teniendo en cuenta que la cacareada continuación en Nintendo DS no es secuela sino precuela o, lo que es lo mismo, que este Undercover: Operation Wintersun debía ser inexcusablemente conclusivo? Sinceramente, la parte de Stalingrado no hay quien la sostenga (ni quien la defienda, salvo que a alguien se le haya ocurrido, igual que a mí, que se pretendía introducir gratuitamente una localización muy identificable de la Segunda Guerra Mundial, por si algún despistado había olvidado que aquél era un juego ambientado en 1943). Aunque la rapidez se apodera de Undercover un poco antes -concretamente en los estertores finales del laboratorio secreto de Haigerloch-, no será hasta la ciudad soviética donde se remate, sin misericordia, un guión correcto pero frágil.

Precisamente a raíz de este frenesí, germina una impresión fatídica de arbitrariedad global, que lleva a preguntarse si la trama contemplaba ya tanto desaguisado junto o si es la consecuencia de una impotencia motivada por la toma en consideración de que el asunto se ha ido de las manos. A la vista de inventarios saturados por objetos en su mayoría inútiles que aparecen o desaparecen como por ensalmo; de puzzles claramente ideados antes de su inserción en un contexto (con el consiguiente descrédito de los mismos en su proceso resolutivo mediante "tanteo y error") o de reacciones tan insólitas como para facilitar la descolocación del jugador ya a toro pasado (cuando crece esa sensación de azar que lo impregna absolutamente todo), se sospecha que tal eventualidad sea desgraciadamente factible. Posiblemente, gran parte del fomento de esta arbitrariedad estribe en la endeblez de un guión incapaz de soportar los envites taquicárdicos de un argumento que, conforme va avanzado, se nota siempre más difuso.

Para darle la puntilla a todo este elenco de desaciertos, se hace preciso comentar lo que sólo puede definirse de "ocurrencia": el hecho de suprimir, para la edición española, el doblaje en la descripción de los objetos.. De discutible debería tacharse una decisión que fuerza un efecto más molesto que grave durante todo el periplo de John Russell hacia ninguna parte, a menos que no se quiera ver desde el prisma del ahorro económico, justificación que en nada aliviará a un jugador que simplemente acabará harto de tener que pasar el puntero por otra "zona sensible" e interactuar con ella antes de poder volver a centrarse en aquélla que le ha interesado desde un principio. Esta disonancia técnica se suma al escaso aliciente de unos extras inocuos y absolutamente inútiles que despertarán la abierta indiferencia del usuario curioso; ni siquiera el afán por intentar aportar una mínima novedad, entendiendo "mínima" en su expresión más literal, merece el esfuerzo de activarlos.

Conclusión

La verdadera tragedia de Undercover es que estos errores de su recta final afecten de tal manera al conjunto como para acabar echando por la borda todo lo que estaba funcionando, hasta entonces, aceptablemente bien, desmoronando un trabajo arduo, serio y con una buena documentación. Aún así, es conveniente, en honor a esos instantes en que Undercover era fiel a sí mismo, otorgarle un voto de confianza. Sinceramente, se lo merece.

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Review de Undercover: Operación Wintersun
Imagen de Undercover: Operación Wintersun
Imagen de Undercover: Operación Wintersun
Imagen de Undercover: Operación Wintersun
Imagen de Undercover: Operación Wintersun
Carátula de Undercover: Operación Wintersun

Nuestra puntuación

Dos estrellas y media

Undercover: Operación Wintersun

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