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Si leonardo levantara la cabeza…

Título: The Secrets of Da Vinci: El manuscrito prohibido (2006)

Desarrolladora: Kheops Studio, Elektrogames, Mzone Studio

Distribuidora: Nobilis

Lanzamiento: 28 de abril de 2006

Especificaciones (mínimo recomendado): Procesador Pentium III o superior a 800 MHz | 64 MB de RAM | 1,2 GB de espacio en disco | Unidad lectora de CD 16X | Tarjeta gráfica de 64 MB compatible con DirectX 9 | Windoes 98, Me, 2000 ó XP

# Publicado el por Paco García 1

Introducción

Sería fácil empezar a comentar un juego como éste que hoy tratamos enumerando las virtudes o defectos del tan en boga «fenómeno Da Vinci», poniendo a caldo la novela de Dan Brown, diciendo que la fórmula de la conspiranoia data de mucho antes del famoso «código Da Vinci» y tiene exponentes mucho más interesantes que cayeron injustamente en saco roto, censurando la película de Ron Howard y la innumerable cantidad de satélites que han surgido alrededor de novela y filme. Todo ello para llegar a la casi perogrullesca conclusión de que toda esta moda se reduce a sencillas tácticas mercantiles para sacar un buen pellizco. Sería tan fácil como obvio empezar así el reportaje cuando lo cierto es que una vez jugado The Secrets of Da Vinci nos daríamos cuenta de que tiene poco o nada que ver con la parafernalia antes mencionada, si exceptuamos el nombre del maestro renacentista. Con cierto pesar hemos de asumir que el oportunismo con el que se ponen a la venta algunos títulos no deja de formar parte de la poco ocurrente oferta del mercado actual y, una vez admitido, intentar zafarnos de esa corriente tratando cada producto como algo independiente.

Así pues, intentemos olvidar las fobias y las filias que puede despertar el éxito del bestseller y centremos nuestra crítica en este The Secrets of Da Vinci, al que no le falta mordiente para reprochar, y que tiene rasgos suficientes como para no necesitar de terceros ni de comparaciones fuera de contexto.

Argumento

Valdo ya se las veía vagando en busca del auspicio de otro mecenas tras su precipitada marcha del estudio de Francesco Melzi, cuando un anónimo benefactor le ofrece una oportunidad irrechazable para cualquier joven artista en aras: la oportunidad de poder empaparse de la obra de su admirado Leonardo, en el lugar en que vivió y murió pocos años atrás.

La propuesta, sin embargo, requiere extrañas contraprestaciones: ha de infiltrarse en el castillo de Cloux, última residencia del genio de Vinci, ahora habitado por una bella cortesana de la comitiva del rey Francisco I. Allí deberá hacerse pasar por ayudante de Melzi, papel que no le será difícil interpretar puesto que antes de ser expulsado de su taller tuvo tiempo de conocer bien al amado pupilo de Leonardo. Con ese pretexto y escudándose en que viene a examinar uno de los bocetos olvidados que aún se encuentran en la mansión, el joven tendrá vía libre para buscar una libreta que el inventor dejó oculta allí y que contiene escritos desconocidos de gran valor, ambicionados por su misterioso nuevo padrino.

A falta de retos mejores, el inquieto Valdo acepta de buen grado la misión que se le encomienda y, aunque consciente de que su cometido se sale de lo puramente artístico e incluso de lo moral, no vacila en acceder a tales propósitos sin preguntarse siquiera qué puede contener el manuscrito para que alguien se tome tantas molestias en conseguirlo. Al fin y al cabo, la ocasión de poder cohabitar y experimentar en el ambiente en que lo hizo su idolatrado modelo a seguir, no se volverá a repetir.

Comentario

No ha hecho falta mucho tiempo para que Kheops Studio se haya labrado una fama dentro del género de la aventura gráfica que, aunque no especialmente buena, sí ha ido marcando a la compañía como «joven promesa». Lo cierto es que superar el escollo de la maldición del spin-o-rama y sortear con ello la aún alargada sombra de Cryo Interactive tiene cierto mérito, tratándose además de una compañía francesa proclive a ser comparada.

No hay que restar valor a su apuesta y ésta ha sido reconocida en su justa medida a la hora de calificar juegos como Retorno a la isla misteriosa o Viaje el centro de la Luna, que no olvidemos que sin llegar a ser prodigios tenían un halo de concepto trabajado que llamaba al jugador a seguir jugando. Quizá fuese el enfoque, esencialmente basado en la resolución de puzzles bien introducidos en el contexto, bien diseñados y con varias posibilidades de resolución o quizá fuese que se trataba de juegos humildes desde el punto de vista de la historia, sin una gran pretensión épica que muy probablemente no se podría haber satisfecho con las limitaciones del estudio. Fijándonos en The Secrets of Da Vinci, es precisamente esa virtud lo que se torna defecto.

Cotejando los planteamientos de las libres adaptaciones que ha hecho la compañía de las obras de Julio Verne con el juego que nos ocupa, vemos que la cosa cambia bastante y no para bien: si en aquellos la premisa era simple y a la vez atrayente por su ejecución, en este The Secrets of Da Vinci las cosas se inclinan más hacia un esquema de intriga pseudohistórica que ya no funciona al poco de comenzar, debido a una flagrante carencia de energía narrativa, de poco tino a la hora de mantener el interés del jugador y de una intriga, en fin, poco intrigante.

Si partimos de la base de que una intriga bien escrita ha de captar por sí misma el interés del lector/espectador/jugador, se hace innecesario el hecho de que sea la curiosidad expresa del protagonista el motor que nos haga avanzar, incluso en contra de nuestra voluntad. Esto ocurre desde el primer momento en The Secrets of Da Vinci, que empieza con nuestro Valdo leyendo la carta de un desconocido donde se explica una misión que ya desde entonces se nos antoja aburrida. Hay muchas maneras de plantear exactamente lo mismo con los mismos medios de forma que realmente incite a preguntarse qué puede esconder ese manuscrito y quién puede ser ese desconocido que elige precisamente al personaje principal para efectuar dicha misión, pero no serán esas las que veremos.

Se parte de una base forzada, en la que alguien medianamente exigente ha de estar muy predispuesto para verse atraído por lo que se nos muestra, y aun a pesar de ese esfuerzo inicial tendrá que persistir con cierto estoicismo para continuar avanzando. Porque los datos que hilan la supuesta trama del juego se van perdiendo en diferentes submisiones hasta que llega un momento en el que nos costará reincorporarnos a la trama.

Podemos apreciar detalles que se mencionan de pasada y que podrían servir para dotar de mayor profundidad y protagonismo al propio Leonardo Da Vinci (por algo sale su nombre en la caja), tales como los motivos que le llevaron a dejar el dichoso manuscrito en manos de «quien sea capaz de encontrarlo» en lugar de legárselo a su principal heredero, su relación con sus dos antagónicos efebos o con el propio Rey de Francia… poco de eso se sale del mero tema de conversación, y la rica figura histórica del inventor es simplemente un guiñapo en manos de unos poco acertados narradores.

El género al que esta web se dedica es —o debería ser ya a estas alturas, gracias a los poderosos precedentes de los que disfruta— un medio para contar una historia de una manera madura y bien estructurada. Sin embargo (y este The Secrets of Da Vinci es sólo un ejemplo), parece que es más cómodo y rentable para el desarrollador quedarse en el mero diario o en alguna animación explicativa, lo que viene a ser como si en una película no se dijese nada en veinte minutos y después un personaje hiciese un soliloquio intentando enmendarlo. Como prueba de ello, en este caso en particular tenemos las ensoñaciones en las que el afamado artista sale de cuando en cuando contándonos ciertos detalles que a todas luces se deberían haber desgajado a lo largo del juego.

No hay un sentido de equilibrio en lo que se podría definir como tempo narrativo de The Secrets of Da Vinci: si el juego se divide en cuatro capítulos o días, a lo largo de los tres primeros habremos de efectuar las más diversas tareas, como arreglar ciertos artilugios en los aledaños de la mansión atendiendo a los reclamos de su actual dueña o encontrar el despacho de Leonardo donde, a pesar de todo, tampoco encontraremos nada que nos ayude a sumergirnos en el argumento o a «seducir» a madame Babou.

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