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Jornadas electorales en la Casa Blanca

Título: Sam and Max: Season 1 - Episode 4: Abe Lincoln Must Die! (2007)

Desarrolladora: Telltale Games

Distribuidora: Telltale Games

Lanzamiento: 9 de marzo de 2007

Especificaciones (mínimo recomendado):

# Publicado el por Víctor Martínez 0

Introducción

Llegamos a marzo, y, como ya se sabe: mes nuevo, Sam & Max nuevo. Entramos, pues, en la segunda mitad de las aventuras episódicas previstas para la primera temporada de una serie que, según parece, está cosechando bastante éxito. Quizá más del previsto hasta por los propios chicos de Telltale. Tanto es así, que sus oficinas tienen que estar echando humo: no sólo sacan una aventura al mes, sino que cada vez las hacen, en contra de lo que imagináramos, más largas y complejas (este cuarto capítulo casi dobla, en duración, al resto), sin contar los rumores que aseguran que los personajes de Steve Purcell podrían patrullar el Live de la 360 de Microsoft. Con todo, aún les sobra tiempo para ofrecer al público cortometrajes realizados con el motor del juego para deleite de los más acérrimos seguidores de la pareja policía.

Esperemos que se prodiguen tanto como les sea posible y que alcancen cuanto más éxito mejor, porque está claro que saben hacer buenas aventuras con dos únicos ingredientes: la tecnología de ahora, y la influencia de las aventuras de antaño.

Argumento

Una repentina llamada del comisario interrumpe por enésima vez las ociosas actividades de Sam y Max. Éste les informa de un terrible acontecimiento: el presidente de los Estados Unidos está proclamando una serie de leyes y medidas extrañas y anticonstitucionales. “¿Y qué? A eso se dedican los presidentes”, reflexionan los policías. ¿Qué también quiere prohibir el uso de armas de fuego? Eso es inconcebible, hay que detenerlo de inmediato.

No tardarán en darse cuenta de que el presidente norteamericano es un pelele (en sentido literal y figurado), y que una nueva amenaza en forma de candidato se cierne sobre la Casa Blanca en los comicios electorales. Sólo hay una manera de salvar a la humanidad: nuestro colega, el hiperactivo conejo homicida, ha de ganar las elecciones y proclamarse presidente.

Comentario

Cuando nos toca abordar un review de un nuevo capítulo de Sam & Max, vemos imposible, sobretodo a estas alturas, conseguir escribir un párrafo entero sin repetirnos. Esta serie de juegos es divertida, es un placer jugarlos, pero a la hora de comentarlos sería perfectamente válido remitirnos a los anteriores artículos en casi todos los aspectos de calidad.

No ocurre lo mismo con esta cuarta entrega. Al menos no en parte, puesto que hay algo nuevo que contar, y por suerte está entre sus virtudes.

Y es que, al ser éste el primer experimento episódico (no fallido), si bien no de la industria del videojuego, sí de la aventura gráfica, miramos con lupa su duración, e intentamos relativizarla a su precio, compararla a otros formatos, como el de la televisión, e intentar divisar la temporada completa como un todo. Con todo esto en cuenta, como si de una operación matemática se tratara, se puede despejar la incógnita de su calidad independiente como episodio de una serie. Y la conclusión a la que llegamos difícilmente podría ser más positiva. Telltale se ha puesto las pilas, y nos ofrece un capítulo casi el doble de largo que sus predecesores, y tanto o más divertido, así como un poquito más difícil que los tres primeros, conformando una línea de dificultad muy ajustada que aumentará nuestro disfrute si los jugamos “vírgenes” en el venidero pack con los seis episodios.

Este aumento de duración (que no es otra cosa que un buen uso del feedback externo por parte de Telltale), a priori podría indicar una bajada de calidad, pero no hemos de cometer el error de pensar algo por otra parte completamente lógico, y es que el ajustadísimo plazo de un mes para desarrollar un juego (si bien gran cantidad de modelos y escenarios están sacados de los anteriores) no permite hacer virguerías, y el único método para acallar a los que se quejan de su parca duración es incluyendo más diálogos y puzzles más difíciles. Error. Los chicos de Telltale se las han apañado para engordar el producto a base de más puzzles y enigmas de calidad, más animaciones, y más chistes ingeniosos.

De hecho, estos enigmas siguen sorprendiendo por su originalidad y la capacidad de inventiva por parte de sus diseñadores, ajustándose como anillo al dedo a lo que particularmente entendemos como una dificultad correcta. Esto significa que no nos quedaremos encallados gratuitamente, puesto que todo es perfectamente deducible gracias a las facilidades que nos dan a la hora de meternos en la lógica retorcida del universo del juego. No hay ni un solo objeto mal situado, ningún plano que nos fastidie percibir algún elemento, y ni un diálogo de más que nos dé pistas falsas. Todo está perfectamente ensamblado para divertir al jugador, no para fastidiarlo, y al mismo tiempo supone un reto intelectual bastante apetitoso.

Paralelamente, Telltale sigue perfilando el humor de los protagonistas, llevándolos cada vez más hacia sus extremos. Sam es la conciencia –cachonda y eventualmente pasota- del grupo, el responsable del cumplimiento de la misión sin olvidarse, eso sí, de divertirse llevándola a cabo, muchas veces a costa de su impredecible y violento socio. Estos dos energúmenos en la Casa Blanca, como podéis imaginar, sirven de maravilla para desplegar una crítica al gobierno norteamericano (ensañándose especialmente en períodos republicanos) en la que no se cortan ni un pelo, culminando en un hilarante número musical interpretado por agentes secretos en el que se elogian las grandezas de la guerra.

Al mismo tiempo, el apartado gráfico también ha sido mejorado. Bueno, decir esto sería una exageración, pero sí sería honesto reconocer el esfuerzo puesto en el juego para darle un poco más de vida. A parte de que los escenarios nuevos están más repletos de detalles (la mayoría expuestos únicamente para ser objetivo de una broma de Max), el vecindario también ha sido mínimamente retocado y, por ejemplo, ahora se pueden observar coches circulando. No obstante, toda esta inclusión gráfica afecta al rendimiento del juego, que se nos antoja algo menos fluido que en las entregas previas, con algunas ralentizaciones importantes si queremos disfrutarlo en alta calidad con equipo de gama media, cosa que antes, como decimos, no ocurría.

Conclusión

Abe Lincoln Must Die! es innegablemente el mejor de los episodios de Sam & Max que han salido hasta el momento. Ofrece diversión a raudales, mucho humor (que no necesita remitirse a los mismos chistes de siempre), un diseño muy cuidado y un argumento más bizarro y original que todos sus predecesores.

Si estuviésemos ante un juego de duración normal, posiblemente superaría (o cuanto menos igualaría) el alabado Sam & Max: Hit the Road. Pero la diferencia de formatos complican la comparación, e incluso así nos atrevemos a decir que, una vez acabada la temporada, si se batiese en duelo con el clásico de LucasArts, tendría muchas posibilidades de salir vencedor.

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