En el aspecto interactivo Fenimore Fillmore's Revenge mejora un poco con respecto a The Westerner. Tal y como ocurría en este último, el juego va muy directo al grano y a poco de ver la introducción ya tendremos muy claro por dónde van las cosas: el enfoque es puramente clásico, los puzzles son al tradicional estilo de resolver enigmas utilizando los objetos del entorno, y el personaje de Baker actuará de guía durante prácticamente toda la aventura, de manera que el desarrollo es tremendamente fluido.

Parte de esta fluidez se debe a la estructura que han otorgado desde Revistronic a esta entrega: se echa mucha mano del efecto Crimson Room, o los muchos juegos que proliferan para los navegadores en los que nos sueltan en una estancia cerrada y debemos conseguir escapar de ella superando fases. Al igual que ocurre en este tipo de juegos Flash que tanto han conquistado el mundillo casual, Revenge nos sitúa en un emplazamiento de, a lo sumo, dos o tres localizaciones diferentes, y habremos de resolver unos cuantos puzzles para conseguir «escapar de la habitación», ver una escena no interactiva y entrar de nuevo en otra área cerrada similar. Esto trae en consecuencia un muy buen ritmo, al no tener ocasión de perdernos en muchas localizaciones (de ahí el éxito de los mentados juegos Flash) pero también una sencillez quizá excesiva y, sobre todo, una linealidad endiablada, que en materia de entretenimiento no ha de ser necesariamente mala, pero que contribuye ligeramente a reducir la sensación de interactividad y de nuestro influjo sobre el desarrollo en favor de una sensación de que el juego nos lleva de la mano constantemente.

En cuanto a los puzzles, la impresión en última instancia es de cierta irregularidad. La gente de Revistronic tiene algunos despuntes de ingenio a la hora de elaborar los enigmas de ciertas escenas (por ejemplo, en una de las primeras escenas en la que debemos demostrar a Baker que valemos para ir al rescate de Rhiannon mediante tres pruebas bastante bien resueltas a nivel de puzzles) mientras que en otras tantas ocasiones parecen no haber aprendido del todo la lección a partir del fiasco de The Westerner: a pesar de haber eliminado los ridículos elementos de RPG que vimos en la anterior entrega, como la recolección de zanahorias (incluso parecen reírse de sí mismos poniendo un pequeño campo de zanahorias frente a la cabaña de Baker), siguen cometiendo el error de introducir mucho pixel-hunting —algo que además se ve muy perjudicado por el lamentable sistema de cámaras, que nos traerá de cabeza a la hora de saber qué zonas son o no interactivas y a cuáles podemos llegar con nuestro personaje—, además de incorporar escenas arcade (eso sí, algo menos engorrosas que en la entrega anterior) ridículamente sencillas y que en este caso han cambiado el mero shoot'em up de The Westerner, por una especie de tablero de ajedrez en el que debemos movernos de una cuadrícula a otra mientras vamos matando villanos a punta de pistola.

Técnicamente, este Revenge no sorprende tanto como en su día lo hiciera The Westerner con sus modelos 3D curvilíneos (entonces algo escasamente visto), pero cumple con lo exigible: los modelos de los personajes, aunque no despuntan por su calidad, son aceptables aunque en algunos casos rezumen algo de inexactitud anatómica —no hay más que ver el busto de Rhiannon—; los fondos, aunque no se los puede calificar de estéticamente desagradables, son prácticamente igual de miserables, poligonalmente hablando, que en la anterior entrega. Cierto es que se ha aumentado el número de vértices, aunque no hasta un nivel suficiente como para considerarse aceptable según los estándares de hoy. Y el diseño de escenarios es meramente correcto. Sí sorprenden las animaciones, que resultan bastante realistas y, algo raro en estos casos, son bastante abundantes, de tal manera que no veremos a nuestro personaje simplemente agacharse para cortar un matojo o recoger un tronco del suelo, sino que obtendremos cada una de las acciones perfectamente animadas. En general, además, en estas escenas de no interactividad el emplazamiento de cámaras es cinematográficamente adecuado.

El doblaje, extrañamente, no padece la lacra habitual de este aspecto en los videojuegos. Ocurre que en lugar de contar con un buen elenco de actores sin ninguna dirección en absoluto, en este caso tenemos un reparto bastante mediocre (en especial las voces de los protagonistas, bastante inexpresivas) pero muy correctamente dirigido, de manera que los pocos diálogos están doblados con la entonación correcta, aunque con las limitaciones declamativas propias de unos actores que se diría que todavía están aprendiendo.

La música, como comentábamos, se ha adaptado al cambio de estilo del juego, de manera que, en lugar de las simpáticas composiciones de Emilio de Paz para The Westerner, acordes al tono humorístico del juego, nos encontramos con una música muy western (inspirada, cómo no, por las piezas de Morricone y Bernstein) correctamente ajustada a las escenas del juego, aunque con cierta falta de intensidad en algunos momentos, motivada quizá por el volumen ridículamente bajo al que el motor del juego permite configurar la banda sonora, razón por la cual muchos han afirmado incluso que el juego carece por completo de música.

Conclusión

Con todo lo dicho, Revenge es un juego divertido y muy jugable, que de haber salido como parece que debería haberlo hecho, con todo el trabajo requerido para desarrollarlo en condiciones, merecería mucha mejor calificación, pero con los ostensibles fallos técnicos, la desidia a la hora de elaborar el guión y, sobre todo, su escasísima duración, no debería haber redactor capaz de otorgar una calificación mayor a un producto que desprende por todos lados una sensación de estar inacabado. Y esta vez no se limita, como en el caso de The Westerner, a los múltiples errores de programación que hicieron imposible jugar en su primera edición, sino que atañe a prácticamente todos los aspectos del juego.

Quizá en una próxima acometida, con más calma y más apoyo, consigan al fin desde Revistronic sorprendernos con la aventura que parece que van aprendiendo a hacer. Eso, claro está, si vuelven a tocar nuestro género…

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