Por desgracia son cada vez menos los aventureros que habiéndose abierto al mundillo entre mediocridades, hoy son incapaces de llorar el cierre de Legend Entertainment tal y como la compañía americana se merece. Resulta que Atari, antigua Infogrames (quién lo iba a decir...) ha decidido prescindir de los servicios del estudio de Virginia a causa de los resultados no deseables del último y atípico juego de la compañía, Unreal 2. Y digo atípico porque Legend siempre ha sido y será en la memoria de todos los que conocemos medianamente la historia del videojuego, una compañía aventurera, constituida por aventureros, como las que ya apenas quedan.

Fundada en 1989 por Bob Bates y Mike Verdu pretendió desde un primer momento continuar la brillante estela que dejó Infocom en cuanto a buenas historias y así lo hizo, valiéndose en gran medida de los grandes creadores que salieron del seno de la compañía de Lebling. Conscientes de que la adaptación a los nuevos tiempos era vital, en 1990 su primer juego, Spellcasting 101: Sorcerers Get All The Girls, una aventura del gran Steve Meretzky guardaba la misma mecánica que una ficción interactiva de las muchas en las que había trabajado el diseñador de “La Guía de Autoestopista Galáctico”, pero donde se podía seleccionar los verbos dentro de una lista por medio del ratón, creando con ello el subgénero de las pseudo-conversacionales. El juego, que mezclaba la esencia picantona y el cachondeo de Leather Goddesses of Phobos con la magia de la eterna saga Zork, consiguio unos resultados que dieron de sí para otras dos secuelas. Legend siguió haciendo uso de su versátil parser hasta gastar todos sus cartuchos, dejando en el camino un reguero si no de éxitos, de fabulosas aventuras: gracias en parte a la sencillez sin más pretensión que divertir con sus aventuras, la gente de la compañía llegaba a realizar hasta 2 y 3 aventuras al año, algo que hoy por hoy donde los desarrollos duran años (algunos incluso lustros) y donde muchos desarrolladores encaran el proyecto con las mismas ganas de pegarse un tiro, es algo completamente impensable.

De su cuantioso número de grandes aventuras, las hay de todos los tipos gustos y sabores, desde originalísimos ejercicios de creatividad y buen humor como Superhero League of Hoboken, la mentada saga Spellcasting o Eric The Unready, a adaptaciones de grandiosas novelas de fantasía y ciencia ficción como Gateway o Death Gate. Pasada la segunda mitad de los ‘90 la compañía adoptó otras perspectivas y sus juegos empezaron a tomar cariz de superproducción, sin perder ni un ápice de la calidad de antaño. Aventuras como Shannara que adaptaba las novelas de Terry Brooks abrió las puertas de la compañía a unos Lori Ann y Corey Cole recién salidos de Sierra (donde más tarde volverían), Callahans Crosstime Salón, hizo lo mismo por Josh Mandel, quién adaptó magistralmente la novelas de Spider Robinson, Blackstone Chronicles que adaptaba obra y gracia de Bob Bates las terroríficas novelas de John Saul y el excepcional y maravilloso Mission Critical fueron las ultimas gotas de genialidad que el fruto de Legend pudo dar de sí.

En 1999, tras importantes problemas económicos el estudio no pudo sostener su autonómica situación y tuvo que venderse a GT Interactive para poder subsistir. A partir de ese momento, se vieron obligados a satisfacer las inclinaciones comerciales de GT en detrimento de la coruscante carrera aventurera tanto de la compañía como de gran parte de sus miembros, así apareció Wheel of Time, una mezcla de shooter y rol que aún así guarda cierto buqué. GT Interactive fue absorbida por Infogrames (ahora Atari) y esta puso, uno de los shooters de mayor influencia de los últimos años a cargo de las desaprovechadas mentalidades aventureras de Mike Verdu y Glen Dahlgren (creadores del genial Gateway y excepcional secuela) que aún así y a pesar de las muchas cohibiciones que tuvieron que padecer en el plano del diseño, hicieron lo que buenamente pudieron. Ahora Atari, insatisfecha con los resultados obtenidos echa por tierra 15 años deHistoria del Videojuego y paga la incompetencia de sus directivos al endosar un material inadecuado a artesanos acostumbrados a trabajar en otros campos. Esperemos no tardar mucho en volver a oír hablar de estos genios cuya inventiva y afán creativo está y estará en la memoria de todo aventurero que se precie de así serlo.

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