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La ecuación Dante

Jane Jensen ha firmado un par de novelas. Tras la estela de El código Da Vinci nos llega la última, muy anterior al paupérrimo best-seller de Dan Brown

# José María Meléndez | 0

La ecuación Dante

Eso sí, aunque sea porque parece que en la ciencia-ficción todo está ya dicho, los periplos de Handalman, Talcott, Andros, Wyle y Farris nos recordarán a otros muchos autores que han manejado sub-géneros similares. Los pasajes de Jill Talcott y Nate Andros por el planeta fantasma extraterrestre se asemejan mucho al género de odiseas marcianas tan cultivado por reputados autores como Ray Bradbury, Robert Silverberg o Charles Sheffield. Las peripecias de Denton Wyle con los sapphianos nos recuerdan muy mucho a la segunda parte de la histórica La máquina del tiempo de H. G. Wells. La antiutopía de la sociedad donde Calder Farris va a parar nos trae reminiscencias de Pohl o Kornbluth.

Recae sobre Handalman el segmento relativamente más original, no tanto por el subgénero que toca, sino más bien porque de entre los pasajes de los cinco personajes son estos los que más conectan con la trama principal de la novela, sobre todo por el encuentro (alucinante y de efectos alucinógeno) de una persona que durante la mitad de libro había permanecido en el limbo —nunca mejor dicho—: Yosef Kobinski.

Desconcertante —que no decepcionante— en su final, lo que era una novela pastiche de géneros se convierte de repente en una historia de superación personal, con unos personajes que, tras sufrir crueldades en mayor o menor medida (los mejor librados son la pareja de investigadores, que incluso terminan enamorados), acaban convirtiéndose en personas mejores, más concienciadas con el mundo que les rodea; en superhéroes sin poderes pero con el suficiente coraje para enfrentarse cara a cara nada más y nada menos que con el Mossad y con las más oscuras organizaciones secretas de los Estados Unidos.

Judgement Day | El despertar del milenio
Antes de La ecuación Dante, Jensen publicó El despertar del milenio. Se trata de una obra milenarista muy en la línea de Apocalipsis, de Stephen King, que abordaba un tema de sensibilidad religiosa (no olvidemos que es hija de un pastor fundamentalista) con un trazo asentado en la ciencia-ficción más rigurosa (tampoco olvidemos que es suscriptora del Skeptical Inquirer).

El estilo de Jane Jensen es bastante común al de tantos otros escritores de best-sellers. Es decir, imitable por cualquier aspirante a escritor con un mínimo de talento. De todos es sabida la admiración de Jensen por dos grandes popes de la literatura basura (entendiendo el término no de forma peyorativa: el que suscribe se traga doblada esta clase de lecturas), Anne Rice y Stephen King. De ellos ha asimilado varios tics bastante reconocibles y los ha plasmado en esta obra, como suponemos que también en la anterior, Millenium Rising —o Judgement Day en posteriores ediciones—, publicada en España por Umbriel como El despertar del milenio.

Por un lado, hace uso de esa forma cursi, a veces azucarada y, qué narices, horterísima, de mostrar una relación afectiva entre personas que se atraen, patente en las historias de Jill Talcott y Nate Andros (un personaje al que le sobran los diálogos presumiblemente graciosos durante toda la novela) y, más concretamente, en el despertar sexual de la protagonista. Por otro lado, imita el toque personal de Stephen King de hacer que el narrador hable con la personalidad, filosofía y vocabulario del personaje, muy presente en la narración de Calder Farris, en la que la utilización de este estilo cae en abuso mientras nos recuerda a otro personaje de misma ideología y profesión: el de la novela El cazador de sueños de, precisamente, King.

A pesar de que a veces (pocas) la acción decae, especialmente en las vueltas de tuerca de la futurista búsqueda de identidad de Calder Farris durante su historia, La ecuación Dante se revela como una interesantísima macedonia de géneros, una piñata que al mínimo roce deja caer cantidad de guiños a otros autores y que, en definitiva, corrobora que lo mejor que se le da a esta mujer es aquello de narrar, como bien ha demostrado durante toda su carrera.

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