Introducción

Desde que en agosto de 1888 se pusieran en marcha las rotativas a causa del brutal asesinato de una ramera en los barrios bajos del Londres victoriano podría decirse que no han parado. La tinta ha corrido a mares a causa de las indagaciones acerca de la misteriosa personalidad del asesino (o asesina como algunos aseveran) y de las ficciones que a su costa más tarde se fueron escribiendo, llegado un punto en el que el funesto criminal es considerado un personaje más literario que literal. Muchas son las hipótesis acerca de su identidad y muchos en su momento fueron los acusados, poniendo en entredicho el buen nombre de Scotland Yard y dejando en evidencia a los investigadores más avezados, que protagonizaron una auténtica caza de brujas en el ya de por sí castigado distrito de WhiteChapel (tal y como lo comentan Sherlock Holmes y su colega Watson en su visita a estos arrabales en ‘El Caso de la Rosa Tatuada’), y el caso aun así podría considerarse abierto, aunque bien es cierto que se ha reducido mucho la lista de sospechosos: Desde médicos de dudosa reputación a lunáticos inmigrantes, pasando por abogados maniacodepresivos, comerciantes, miembros de la nobleza e incluso se ha llegado a especular sobre motivaciones rituales. Pero lo cierto es que el Destripador, Jack el Rojo, ese que firmaba sus cartas desde el infierno, es hoy todo un valor, tan seguro como Drácula o Frankenstein.

De calidad bastante variable las incursiones que se han hecho alrededor de la figura del sanguinario criminal en el celuloide son cuanto menos pintorescas: en 1944 John Bramhs abrió con una película que poco tenia que ver con lo acontecido un ciclo cinematográfico aún inconcluso En 1965 se decidió hacer para la gran pantalla un mano a mano entre el ying y el yang victoriano, el distinguido Sherlock Holmes contra el desalmado Jack The Ripper, con unos resultados bastante atractivos que sin duda a muchos le recordaría ese inmenso comienzo de ‘Los Archivos Secretos de Sherlock Holmes’. Poco antes ya se había puesto tras el rastro del destripador a un detective americano con ramalazos de cowboy con unos efectos francamente más inferiores y más adelante, en una interesante aunque poco conocida incursión de la Hammer, Las Manos del Destripador, se jugaba con una esotérica versión de posesiones y regresiones hipnóticas protagonizadas por la propia hija del criminal.

Durante los ’70, la motivación sexual de los aberrantes asesinatos (el bueno de Jack siempre se llevaba algún recuerdo de las victimas que en más de una ocasión se trataba del útero) suscitó (o quien sabe si excitó) el interés del ‘ácido’ talento de directores de la catadura de Jesús Franco, que puso nada menos que a Klaus Kinski haciendo de doctor descuartizador nacido y criado en un prostíbulo donde padeció una infancia de abusos por parte de su perversa madre, con la que identificará, ya en la madurez, a las victimas de sus atrocidades. Asimismo, el igualmente seborreico José Luis Madrid dirigió a Paul Naschy en ‘Jack el Destripador de Londres’ una coproducción hispano-italiana en la que Don Jacinto Molina se pone en la piel de un artista circense perseguido por ser tomado como violento carnicero que no solo abre en canal a sus victimas sino que también se deleita comiendo sus higadillos. Pero para versiones Z (bis) aquel famoso giallo ‘el Destripador de Nueva York’ (que poco tiene que ver con el juego que hoy nos ocupa, no preocuparse) en la que el misterioso asesino se ponía en contacto con sus perseguidores por teléfono hablando con la voz del pato Donald y tenia predilección por chiquillas de bustos preponderantes y con cierta aversión a llevar ropa de abrigo.

Pero en los ochenta y con la excepción que acabo de mentar el tema se empezó a tomar con ya no mayor rigor, sino con cierta seriedad. Cabe destacar en esta época el acometimiento del destripador a la ciencia-ficción en la estupendísima ‘Los Pasajeros del Tiempo’ en la que Malcolm MacDowell dejando para pasmo de todos por una vez su inseparable y ya asimilado rol de malo para interpretar a un H.G Wells inventor de la máquina del tiempo con la que el oscuro verdugo de rameras escapa de su centuria a 1979 donde vuelve a llevar a cabo sus simpáticas correrías. En la vía del spin-off ‘Asesinato por Decreto’ se hacía eco de la teoría de la conspiración y además ponía de nuevo al inefable Sherlock Holmes tras la pista de ese supuesto genio del mal que era el Destripador, es interesante ver como el detective, monárquico convencido, empieza a dudar de la honorabilidad de la familia real británica mientras va avanzando en su investigación.

Sin salir de la vertiente del complot cabe destacar una miniserie de la televisión inglesa protagonizada por Michael Caine con muchos puntos en común con el último y yo diría que hasta el momento más brillante filme sobre el tema, ‘Desde el Infierno’, que se obsequia con esta recentísima producción de Galilea, que aunque pueda parecerlo no es pionera en tocar los siniestros manejos del esquivo delincuente. Dejando a un lado argumentos con referencias que se salen poco de lo anecdótico como es el caso del ‘Escalpelo Mellado’ de Mythos o Ripper de Take 2, hará unos años, en el ’94, apareció un juego caro, largo y complejo basado estrictamente en las investigaciones que tuvieron lugar en 1888 y en el que nos teníamos que mover en el ambiente de las prostitutas y a base de evidencias y sobre todo largos interrogatorios, ir encajando las piezas del puzzle y así descubrir quien estaba diezmando a las pobres trabajadoras de la calle del Londres decimonónico. Todo ello con lujo de detalles e interesante documentación acerca del asunto, aunque con un modo de juego quizá demasiado complejo. Jugando al Jack The Ripper de la actualidad no podemos decir que la cosa haya avanzado mucho desde entonces: precisamente todo lo que le sobraba al de hace una década es lo que se echa en falta ahora...

Argumento

Año 1901, el siglo XX que acaba de dar comienzo no ha traído precisamente la dicha a uno de los diarios autóctonos de la muy americana ciudad de Nueva York y es por eso que su junta directiva ha encargado a un trillado editor la difícil tarea de reflotar el zozobrante barco que es el New York Today.

El nuevo encargado del diario puede considerarse iluminado por la suerte pues se encuentra a su llegada con una brillante oportunidad para ganar ventas, y es por eso que alimentando de buena gana la bestia del sensacionalismo dispone todos los medios para cubrir una noticia que aunque en un principio podría ser tachada de efectista posee lo necesario como para hacer que las hordas de ciudadanos hambrientos de historias sobrecogedoras se lancen a la compra de su depauperado periódico. Para ello pone a Jimmy Palmer, un articulista que además hará las veces de nuestro alter ego, ante un folio en blanco a rellenar con la crónica del asesinato de una prostituta en uno de los distritos más deprimidos de la cosmopolita ciudad.

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