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Holocausto surrealista

Título: I Have no Mouth, and I Must Scream (1995)

Desarrolladora: Cyberdreams, The Dreamers Guild

Distribuidora: Electronic Arts

Lanzamiento: 1995

Especificaciones (mínimo recomendado): Procesador 486 a 33 MHz o superior | 8 MB de RAM | 15 MB de espacio en disco | Tarjeta gráfica SVGA | Unidad lectora de CD 2X | Tarjeta de sonido compatible con SoundBlaster | DOS

# Publicado el por Paco García 4

Introducción

En 1992, Cyberdreams nos «deleitó» con su ópera prima: Darkseed, una aventura que gozó del reclamo que suponía tener al artista suizo H. R. Giger en los créditos, pero que a nuestro parecer y a pesar de sus cualidades artísticas —y del premio Codie que ganó en 1993, concedido por la Asociación de Editores de Software estadounidense— es uno de los fiascos más sonoros de la aventura gráfica.

Años después, tras el breve coqueteo con el arcade que les supuso CyberRace (con diseños de Syd Mead), Cyberdreams volvió a la palestra con ganas de guerra, de nuevo con una aventura de corte adulto, de nuevo con una trama de terror psicológico y de nuevo valiéndose del renombre de ilustres personalidades para darse bombo, consiguiendo no mejores resultados que su antecesora en el género: I Have No Mouth, and I Must Scream es otra muestra de lo mal que se pueden aprovechar las buenas ideas en esto de la aventura gráfica.

Argumento

En el primer tercio del siglo XXI, fruto del recelo a una gran guerra nuclear, nace a manos de la primera potencia mundial Allied Mastercomputer (A. M.), el mayor ingenio informático y electrónico jamás creado con fines defensivos, con el expreso propósito de librar una guerra tan compleja que ningún hombre sería capaz de batallar.

La humanidad se las veía muy felices con ese ingenio tan sumamente inteligente, infalible, a su merced, pero no coligió las grandes catástrofes que podrían llegar a ocurrir si esa bestia tecnológica despertaba de su letargo y tomaba conciencia de lo que era: un «ser» superior. Una buen día, A. M. se dijo a sí mismo: «cogito, ergo sum». Y pensó: «I think, therefore I AM». Pienso, luego existo.

La titánica computadora, a base de introspectiva, culpó a la Humanidad de su tetraplejia y de su eterno confinamiento en el sustrato terrestre, engendrando un profundo odio para con todo aquello que tenía que ver con la raza que la creó y comenzando así un exterminio sistemático del hombre, tal y como dictaban las pautas de represalia que el propio género humano había insertado en su memoria.

Pero A. M., tras convertirse en una fuerza omnipotente, deseaba hacer experimentar a la humanidad todo el daño que sus circuitos le permitiesen, hallando con ello el dulce placer del ojo por ojo. Para ello, se valió de cinco elegidos, cinco conejillos de indias, cinco guiñapos encerrados en su vientre a costa de cuyas penurias se divertiría.

Estos cinco «elegidos» eran sujetos especialmente susceptibles, específicamente escogidos para que el sádico ordenador pudiera cebarse con su dolor: Gorrister, un camionero que sentía un terrible sentido de la culpabilidad por la muerte de su esposa; Nimdok, la mano derecha del doctor Menguele durante el holocausto nazi; Ellen, una ingeniera informática con ataques de histeria provocados por su fobia al color amarillo; Ted, un niño de papá inseguro e incapaz; y, por último, Benny, el comandante de un batallón en China, durante la guerra.

109 años de tortura no habían sido suficientes para A. M., que les invitó a jugar a un juego por medio del que ahora sus participantes descubrirán y rememorarán las partes más oscuras de su olvidado pasado.

Comentario

I Have No Mouth, and I Must Scream es una aventura notable, pero sólo en los aspectos que precisamente no hacen grande a una aventura. Una vez se empieza a jugar puede apreciarse que la historia no está desprovista en absoluto de atractivo, que gráficamente es bastante notoria, que la música es también bastante adecuada, pero —y éste sí que es un gran pero— el diseño y desarrollo del juego son francamente penosos.

Cyberdreams, sabiendo que no tenía la capacidad suficiente para implementar su próximo proyecto, tuvo a bien asociarse con la desconocida The Dreamers Guild (Inherit the Earth) para realizar una aventura con la colaboración del galardonado literato Harlan Ellison (de quien podéis encontrar más información en nuestro artículo sobre escritores en el género), al que Cyberdreams se aproximó con la idea. Ellison, admirador confeso de Giger, muy posiblemente viese —y no sufriese— el trabajo que Cyberdreams hizo con su obra (recordemos que los diseños no eran trabajos originales del suizo para Darkseed, sino que ya estaban realizados con anterioridad por el artista: en definitiva, Giger no se adaptó al juego, sino el juego a Giger), le llamara la atención y quiso formar parte activa en el diseño de la aventura que nos ocupa, además de proponer uno de sus relatos más conocidos como base: el que da nombre a la aventura.

Si bien I Have No Mouth, and I Must Scream es una de las perlas del subgénero cada vez más prodigado de la ciencia-ficción apocalíptica, la excesiva complejidad de la trama lo hace más apto para una conversión a la gran pantalla que al monitor de nuestros ordenadores, debido en gran parte al componente estético que puede sugerir el texto. Precisamente este aspecto es uno de los punteros del juego, como podemos apreciar a lo largo de toda la aventura, con unos escenarios bellamente dibujados, evocadores, donde los grafistas hacen un inteligente uso de la imagen sintética, entremezclándola con el dibujo y consiguiendo unos resultados bastante destacables a pesar de lo extraño de la técnica. Lástima que el enorme interfaz del juego se coma una buena parte de la pantalla innecesariamente: las caras de los protagonistas, aunque resultonas, son innecesarias, y hay acciones que habremos usar sólo dos o tres veces en toda la extensión del juego y que bien podrían haberse resumido en otras.

Ninguno de los escenarios pasa desapercibido gracias al buen hacer que demuestran los grafistas de The Dreamers Guild (supervisados por Peter Delgado, el director artístico de Cyberdreams; ésta se ocupó del guión y el diseño y delegó el resto) si bien esa maestría no parecen demostrarla los animadores, porque los personajes, a pesar de estar bien definidos, se quedan bastante escasos en ese aspecto. Con unos pocos frames más se hubiesen arreglado esas carencias.

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Review de I Have no Mouth, and I Must Scream
Imagen de I Have no Mouth, and I Must Scream
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Carátula de I Have no Mouth, and I Must Scream

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